Cantando las cuarenta

Ayer, miércoles de ceniza, comenzó oficialmente la Cuaresma. Para aquellos que os saltabais la clase de religión y aprovechabais para iros al bar más cercano a jugar al tute y a comeros un bocata de chorizo acompañado de un porrón de vino barato (y no me preguntes por qué sé tantos detalles sobre el asunto), os aclaro que, según la Wikipedia, la Cuaresma es “un tiempo de purificación e iluminación” destinado a “la preparación espiritual de la fiesta de la Pascua”, o sea, de la Semana Santa, ese periodo de tiempo al principio de la primavera que aprovechas para ir a la playa porque son varios días de fiesta.

La Cuaresma dura cuarenta días. Desde el miércoles de ceniza hasta el Jueves Santo. Y ese número es lo que más me inquieta. También según la Wikipedia, simboliza:

- La prueba de Jesús al permanecer durante cuarenta días en el desierto previos a su misión pública

- Los cuarenta días que duró el diluvio

- Los cuarenta años de la marcha del pueblo israelita por el desierto

- Los cuatrocientos (cuarenta por diez) años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

Debe ser por eso de que ya no le hacemos caso ni a Dios, que el número cuarenta se ha convertido en una pesadilla para el ser humano, un portador de malas nuevas y, en definitiva, una condena a perpetuidad. Mirad, si no, lo que supone en la actualidad el maldito número:

- Poner en cuarentena: aislar a una persona para que no contagie su enfermedad.

- Cumplir los cuarenta: entrar en crisis existencial y tener un comportamiento anómalo y errático (como apuntarte a un gimnasio, ver con buenos ojos el centro-derecha, etc…)

- Ali Babá y los cuarenta ladrones: los orígenes del robo indiscriminado de las arcas públicas y la corrupción

- Cantar las cuarenta: echarle la bronca a alguien.

- Los Cuarenta Principales: ¿hace falta explicarlo?

Y para terminar de rematarlo, cuarenta en números romanos se escribe XL, una talla que a la gran mayoría, como la Cuaresma, no le favorece nada.

Amén.