Quien trabaja en una Feria del Libro sabe
perfectamente que las mañanas de los días laborables están invadidas por grupos
de escolares realizando visitas organizadas por sus profesores.
Ayer tuve la ocasión de comprobarlo de primera mano en Sevilla gracias a la invitación de la librería El Gusanito Lector para convertirme en
librero por un día. En breves palabras: es una manera bastante cómoda de
volverte loco en muy poco tiempo.
Más allá del desbarajuste que provocan en el
mostrador revolviendo todos los ejemplares que les llaman la atención y más allá
de tener que estar cantando los precios de todos esos ejemplares como si de un
bingo se tratara, la visita de estos presuntos lectores siempre deja bonitas
perlas.
Que un chico preguntara qué se podía comprar con
cinco euros entra dentro de lo razonable… Que otra chica preguntara el precio de
unos marcapáginas de promoción de la propia Feria, también… Pero lo que no tuvo
precio, valga la redundancia, fue un grupito de cuatro chicas que me preguntaron:
¿Ha visto usted a una mujer mayor disfrazada de
Peter Pan?...
2 comentarios:
¡Anda que no tienen que aguantar los que están/estamos de cara al público!
Paciencia infinita, sí...
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