De
repente, le empezaron a fallar las piernas y tuvo que usar bastón. De repente,
le empezó a fallar el oído y tuvo que usar sonotone. De repente, le empezó a
fallar el corazón y tuvo que usar marcapasos….
De
repente, le empezaron a doler las articulaciones, la cabeza. De repente, empezó
a fallarle la memoria. De repente, un catarro se convertía en neumonía y tenía
que ingresar de urgencia en el hospital…
“Si esto”,
se lamentaba, “me pasa ahora que tengo noventa y tres años, ¿cómo será cuando
me llegue la vejez?”...
4 comentarios:
La actitud no le falla todavía. Bien por él!!
Mi ex dice que si a partir de los 50 no te duele nada es que estás muerto. Ahora le creo.
Besos
Alguien dijo que hay dos tipos de personas en el mundo, a los que le duele la espalda y a los que le dolerá.
Los extraños casos como ése, por su singularidad, son como las supernovas, brillan por su distante ausencia. Un universo de posibilidades finita...¿Continuará?
Y lo peor es que ningún amigo de la infancia llamaba para preguntar por él...
Saludos
Ya firmaba yo...
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