Hace unos días, mi amiga Sara Buzón presentaba una
exposición de fotografías en un bar de Sevilla. Arrastrada por los efluvios de
su joven inconsciencia, me pidió que oficiara de maestro de ceremonias en el
acto de inauguración. Yo, que nunca necesité un diccionario de sinónimos para
celestinear pánico y micrófono, le escribí unas letras que luego recité, más
mal que bien, de corrido.
Hay cosas
que se hacen por dinero. Hay cosas que se hacen por amor. Si queréis algo de
mí, llamad al timbre del segundo supuesto…
CON EL 6 Y EL
4
Buenas noches.
Los que no me conocéis quizás os preguntéis “quién
es ese fulano y qué hace ahí”… Por el contrario, los que me conocéis, estaréis
pensando “sabemos quién es ese fulano y, precisamente por eso, no sabemos qué
hace ahí”…
Es verdad… Yo no sé nada de fotografía… Hasta hace
muy poco, mis únicos conocimientos sobre el tema consistían en que se
necesitaba una para renovar el DNI… Ya ves tú… Aunque últimamente he dado un
salto cualitativo: me he descargado en el móvil Instagram… Pero debo estar
usándolo mal porque todavía no he colgado ninguna foto de gatitos o de mis pies
en la playa…
El caso es que yo, fundamentalmente, me dedico a
escribir. Y desde hace un tiempo escribo, entre otras cosas, microrrelatos. Y
pensándolo un poco, la verdad es que los microrrelatos se parecen mucho a las
fotografías. Al fin y al cabo, y a diferencia de la novela o del relato
convencional, donde se cuentan historias con mayor o menor cantidad de
detalles, el microrrelato apenas supone captar un instante de una historia,
dejando al lector que sea, con su imaginación, quien recree el resto: el
principio de la historia, la continuación, la personalidad y el aspecto de los
personajes…
Y la fotografía viene a ser algo muy parecido. Al
menos, en lo que al retrato se refiere, que es de lo que se trata hoy en esta
exposición. Quien pretenda ver una historia y unos personajes en la fotografía
de un bodegón… Vale, cada uno fuma lo que quiere…
De todos los retratistas del mundo mundial quiero
mencionar a mis tres favoritos (lo cual no quiere decir que conozca a más de
tres…):
En primer lugar, Helmut Newton… Es curioso…
Mencionas el nombre de Helmut Newton y todos los tíos sonríen… Y algunas tías
también… Veo que os gusta la fotografía…
No, en serio, lo que hace Newton, más allá de lo
obvio, tiene mucho mérito. Sus retratos en blanco y negro de mujeres desnudas
sobre fondos escasos de detalles o directamente asépticos son capaces de
transmitirte auténticas historias llenas de glamour o inquietud, de lujo o
ternura, de terror o lujuria, tan solo cambiando el foco de luz.
Por su parte, los retratos de Alberto García-Álix
también se presentan en blanco y negro y, siendo diametralmente opuestos a los
de Newton, logran el mismo mágico objetivo. Sus personajes salen de las calles
de Malasaña y Chueca en una época en la que en aquellos barrios nadie soñaba
con arco iris. Sus pieles lucen tatuajes y sus miradas son autobiográficas. No
necesita maquillaje ni photoshop para que el retratado traspase el cristal del
cuadro con su mensaje. Los retratos de García-Álix cuentan, con todo lujo de
detalles, la vida de toda una generación. No sé cuántos ensayos harían falta
para decir lo mismo que él ha conseguido a golpe de disparador…
Por último, yo también quería hablaros, como no
podía ser de otra manera, de Sara Buzón…
Yo a Sara la conocí no como fotógrafa sino como
camarera. Y desde el primer momento me pareció que era la camarera perfecta por
un doble motivo:
En primer lugar porque, desde hace unos años, en
España no hay camarero que se precie que no tenga al menos una carrera. Gracias
a la crisis tenemos la nómina de camareros ilustrados más alta del mundo con
diferencia.
Y en segundo lugar, y más importante, porque Sara
te hacía sentir desde el primer momento como si fueras cliente habitual del bar
y ella te conociera de toda la vida. Para ello se requiere la gran habilidad de
empatizar al instante con el cliente, de saber cómo es en apenas dos frases de
conversación y, a partir de ahí, sacarle lo mejor de sí para que se sienta a
gusto.
Sara, como camarera, no estaba haciendo otra cosa
que trasladar su experiencia como fotógrafa a la parte de detrás de la barra. Y
a las pruebas me remito: lo que veis colgado en esa pared es un grupo de
personas que han pasado por la vida de Sara con mayor o menor intensidad, con
más o menos cercanía. Pero todas han supuesto algo importante para ella. Y
Sara, al igual que Newton o García-Álix, o sea, igual que los grandes, no ha
necesitado de disfraces, trucos o artificios para contaros la historia de cada
uno de ellos. Un fondo negro, unos cuerpos desnudos, una luz y una mirada que
nos desvela una historia. A partir de ahí, con un poco de imaginación por
vuestra parte, se produce la magia y nace el argumento de un relato.
Seguramente todos conocéis esa leyenda que cuenta
que las tribus aborígenes tenían pánico a ser fotografiados porque pensaban que
esos cacharros diabólicos que eran las máquinas de fotos les robaban el alma… Y
nosotros pensábamos que ellos eran los salvajes y nosotros los civilizados…
Pues claro que esos cacharros diabólicos te roban el alma. Al menos, te la
toman prestada para que cientos, miles de ojos la observen y la hagan, por unos
momentos, suya.
Es lo que os animo a que hagáis con los retratos y
los retratados de Sara. Que les miréis a los ojos y les toméis prestada el alma,
que descubráis cuál es la historia que cuentan y que, más tarde, cuando estéis
ya en casa, penséis que habéis asistido a un maravilloso espectáculo de magia.
Muchas gracias.
8 comentarios:
Conho, con una introducción así no hay exposición que no se pierda, cualquiera diría que esa chica tiene memoria fotográfica.
Pues que venga a estos lares también.
...Por el contrario, los que me conocéis, estaréis pensando “sabemos quién es ese fulano y, precisamente por eso, no sabemos qué hace ahí” :))´
Genial
Saludos
¡Falta que publiques el discurso en formato audio para conocer tu voz!
Salu2,Masclaro.
:)
d:D, Sara es una artista increíble. Le diré que se pase a saludar por aquí ;-)
Dyhego, cuando hacía un programa de radio alguien me dijo que tenía una voz "como de haberte comido a Luis del Olmo". Aún no sé si eso es bueno o malo... :-)
Ya sé a quien llamaré para que me presente mi libro de microrelatos...
Cuenta con ello ;-)
No me cabe la menos duda de que la exposición de Sara será un éxito.
Le ha dado el pistoletazo de salida un brillante introito.
Un abrazo.
Lo será, sin duda. Independientemente de lo que pueda decir un servidor ;-) Pero gracias, claro ;-)
Hola familia.
¿Qué decir de tan bellas palabras que escribiste para mi exposición? Aún me emociona leerlas.
Gracias por ésto y por ese fuerte abrazo cada vez que nos vemos.
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