“Todos
estamos solos en los espejos” (María Zaragoza)
Me fui a Vilamoura, en el Algarve, para esconderme.
Huía de mis miedos, de mis mañanas y de mis pasado mañanas, de la tristeza
de los lunes, del anodino gris de los miércoles y de la falsa algarabía de los
jueves. Crucé la frontera como quien atraviesa un espejo rememorando sus
lecturas de infancia y tratando de encontrar un país de las maravillas al otro
lado. Pero allí no había conejos con chistera y reloj de bolsillo en mano. Por
no haber, no había ni prisas. Nadie llegaba tarde a ningún sitio pero tampoco
nadie celebraba los no cumpleaños. Llegué a la conclusión de que, en vez de al
otro lado de un espejo, tan sólo había cruzado al otro lado de un puente.
Sin embargo, la realidad, azarosa como un cuento de
Paul Auster, quiso llevarme hasta la rua da Botelha, dónde si no… La puerta
abierta del Patacas Bar me facilitó el tomar una decisión sobre dónde entrar.
Pedí una Super Bock. A pesar de estar la barra prácticamente llena, creí verme
a mí mismo en la otra punta. La misma ropa, el mismo corte de pelo, las mismas
gafas… Bebía una Sagres y escribía algo en el móvil, no sé sí un mensaje, un
whatsapp o una idea para un microrrelato en el bloc de notas.
Miré mi propio móvil. No tenía ningún mensaje, no
había recibido ningún whatsapp pero en el bloc de notas descubrí una nueva
entrada que yo no había escrito. Estaba en portugués y, más o menos traducida,
venía a decir lo siguiente:
Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te
llevará allí. Sólo unos pocos encuentran el camino, otros no lo reconocen
cuando lo encuentran, otros ni siquiera quieren encontrarlo.
Levanté la vista y vi como mi otro yo se iba
difuminando hasta quedar solamente su sonrisa. Ya no tenía duda alguna de que
se trataba del gato de Cheshire disfrazado de mí mismo. Ya no tenía duda de
que, efectivamente, no había cruzado un puente sino un espejo. Sólo me quedaba
ya encontrar mi propio camino.
Lo que sucedió después estará escrito en otros cuentos.
4 comentarios:
Me quito el sombrero, amigo. Acostumbrado a tus entradas con sabor a greguerías, me encuentro con este relato digno de cualquier antología.
Enhorabuena.
Saludos.
Abrumado por el piropo. Muchas gracias ;-)
Pues, a ponerse en marcha.
Salu2, Masclaro.
;-)
Publicar un comentario