Por alguna razón que desconozco, tengo en la nariz
el olor del perfume de la vecina del cuarto derecha desde esta mañana, cuando
coincidimos en el ascensor. Es una mezcla de naranjas y hierba recién cortada.
Al menos, es lo que me parece.
Me acuesto y tengo un sueño
extraño: mi vecina cuida el césped del ascensor cortando las hierbas más altas
con una pequeña tijera de manicura. Cuando voy a subir, se hace a un lado y me
dice “Qué bien huele, ¿verdad? Ahora quiero plantar un naranjo…”
A la mañana siguiente,
coincido de nuevo con ella en el ascensor. No huele a nada. Me dice: “¿No te
parece que este ascensor está ya un poco viejo y que necesitaría una reforma?”…
Y no se me ocurre otra cosa que contestarle: “¿No tendrás por ahí unas
tijeritas para arreglarme una uña rota que me está molestando un montón?”.
Rebusca en su bolso y saca las mismas tijeras de
manicura que vi en mi sueño. Disimuladamente me las llevo hasta la nariz y sí,
huelen a hierba recién cortada.
2 comentarios:
Hacen faltas muchas vecinas así...
Deberías dejar las fumetas blancas para el
vaticinio, ése dónde los curas visten púrpura
Menos yerba y más naranjas...o limones, o peras;
sandías, tal vez, qué más da ¿Qué más da la vecina?
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