Algunas veces, el timbre de la puerta
interrumpe mi lectura. Es un vecino pidiendo sal, un vendedor que ha conseguido
burlar la vigilancia de la portera o el presidente de la comunidad informando
sobre, generalmente, un problema.
Cuando vuelvo al sofá, cojo el libro y
pido disculpas. No me gusta dejar colgados a los personajes en plena acción. Algunas
veces retomo la lectura y compruebo aliviado que no ha sucedido nada, que la
trama continúa tal y como la dejé. Sin embargo, en otras ocasiones, he tenido
que cerrar las cubiertas del libro para no escuchar la bronca que se había
montado por culpa de mi interrupción.
Algunas veces, el enfado ha sido tan
mayúsculo que tengo que olvidarme del libro durante un buen tiempo. Otras
veces, incluso he tenido que comprar un nuevo ejemplar, como quien resetea el
ordenador ante un fallo técnico.
(…)
(…)
(…)
(…)
Algunas veces (será el destino, que se
toma la revancha por su cuenta), soy yo el interrumpido cuando escribo. Esas
cuatro líneas vacías que acabáis de ver tienen un culpable: el vecino de abajo
y una gotera en su cuarto de baño de la que me culpa. Yo también he perdido el
hilo y no recuerdo qué pensaba escribir…
3 comentarios:
Buenísimo, tío. Buenísimo.
A veces una capa de niebla te envuelve tanto que eres personaje de leyenda (de leer) o lector leído...que se sumerge tanto entre tintas para cre(e)arse mundos paralelos :))´
Como dice Dyhego, buenísimo. Fantástico
[Para la próxima semana comenzaré a retomar los asuntos dejados y pronto me iré reponiendo, pues ya todo regresa a su rutina...Imac incluido, supongo que en mejores condiciones...jeje
Pero por tu anterior entrada parece que tomarás las del so(l)fá y sentando cátedra viajarás a ese gran balcón aterrazado (o viceversa) para seguir sumergido entre esas hojarascas de un otoño prensado entre manos...A la vista está]
A ambos, deferentes saludos
Mientras no me interrumpan, yo sigo aquí, dándole a las teclas ;-)
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