
Y ya no sé si por exceso de celo o por tener contento al padre ideológico del Capitán Alatriste, en dicha relación se incluye el “Antilla”, el barco que el autor inventa para mejor poder desarrollar la trama y que jamás perteneció a la flota española.
No cabe duda de que el funcionario de turno se ha leído el libro y lo ha utilizado para diseñar la placa de marras. Pero tampoco cabe duda de que no ha llegado hasta el final, justo al capítulo titulado “Nota del autor” en el que éste justifica su licencia narrativa.
Propongo que, como mínimo, a este servidor público le castiguen quitándole el sillín de la bicicleta que le haya correspondido en el reparto. Por lo menos, durante los próximos doscientos años…
No hay comentarios:
Publicar un comentario