El desconcierto
primero y la indignación después camparon ayer a sus anchas por las amplias y
nobles salas del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Muy felices se las
prometían sus patronos cuando, ya desde hace meses, venían anunciando la
exposición de una de las obras cumbres del artista alemán Anselm Kiefer,
concretamente la titulada “Siete palacios” y más conocida como “La escalera de
Kiefer”.
El lienzo, de casi
cuatro metros de alto y tres de ancho, está inspirado por la Cábala y muestra el camino
hacia la sabiduría, representado por unos peldaños donde reposan libros
quemados.
Inexplicablemente,
algo debió suceder a la hora de negociar el traslado a Bilbao de la obra porque
lo que realmente apareció en la capital vasca no fue la escalera de Kiefer,
sino una escalera de Ikea vulgar y corriente como la que muestra la fotografía.
El director del Museo
sigue ingresado en el hospital de Basurto. No, como se dijo en un principio,
por el shock sufrido al presenciar la supuesta valiosa obra, sino por el
infarto que le produjo el esfuerzo de montar la puñetera escalera con una
simple llave Allen.
5 comentarios:
Toda República neoconstituida tiene su precio...ya lo (pre)dijo Ennio Morricone
y normalmente es caro, pensionistas incluidos
[Caralludamente bueno esta entrada]
Sáude d:)´
Sin duda para montar la de Ikea hay que tener + arte.
Un abrazo.
Hay quien sostiene que lo de la llavecita tiene tanta guasa que debería llamarse (Woody) Allen ;-)
Los suecos le andan comiendo la tostada a los alemanes... Saludos.
Los suecos, con eso de hacerse los suecos,tienen un peligro...
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