El portero irradia felicidad. Cada vez que un
vecino se muda, el portero irradia felicidad. Piensa que se quita un peso de
encima (los vecinos somos pesos para él) y que se abre la oportunidad de que el
nuevo inquilino sea alguien de su gusto. Algo que, obviamente, nunca sucede.
El portero se maneja muy bien con los operarios de
las empresas de mudanza. Siente que tiene poder sobre ellos, aunque siempre son
ellos los que le tienen a sus órdenes vigilándoles el camión, ayudando a cargar
portes hasta el ascensor o advirtiendo a los peatones de que vigilen sus
cabezas no vaya a caérseles encima el piano de cola que están subiendo por la
fachada para colarlo por un ventanal.
Hoy están desalojando la consulta del psiquiatra.
Pobre hombre. No volvió tras ser detenido. Espero que le vaya bien en la cárcel
y que pueda aprovechar en su propio beneficio su habilidad leyendo las cartas
del tarot. Era lo que realmente se le daba bien. Me consta que hacía tumbarse
en el diván a sus pacientes, les invitaba a cerrar los ojos mientras le
contaban sus problemas y él aprovechaba la situación para echar las cartas. Sus
conclusiones dependían más de lo que le sugerían el ahorcado, el mago, el
ermitaño o la rueda de la fortuna que las teorías de Freud, Jaspers o
Kraepelin.
El portero irradia felicidad y no sabe que su
problema no ha hecho más que empezar. Esta noche, cuando el piso del psiquiatra
haya sido vaciado, el portero escuchará ruidos. Al principio le parecerán
simples crujidos. Luego los identificará con pasos firmes sobre el parqué.
Incluso tendrá la sensación de haber percibido algún lamento prolongado. Y su
felicidad se tornará en pánico. Una voz interior le advertirá de que los
operarios de la mudanza se han llevado los muebles pero se han dejado los
fantasmas. Se prometerá a sí mismo no volver a ver el programa de Iker Jiménez,
pero esta noche no dormirá. Ni las siguientes…
4 comentarios:
Está genial...pero noto cierta inquina
Supongo que se podría definir como
Guardafobia...¿?
Odio las mudanzas. Y a los porteros que las supervisan, sí. La Literatura también es una forma de inofensiva venganza personal.
Para predecir el futuro, cualquier cosa sirve.Total. Nunca se acierta...
El futuro es el presente mejorado sin compromiso de cumplimiento. O algo así.
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