28 marzo 2008

Tengo una pastilla vestida de azul


Ayer se cumplieron diez años de la aparición de la píldora Viagra. El hecho de que la efeméride coincida con el cumpleaños de Mariano Rajoy y de que la identidad corporativa del Partido Popular esté basada en el color azul es algo que voy a dejar pasar de largo, que tampoco quiero yo darle ideas a Jiménez Losantos.

Lo que sí comentaré es mi visita a la residencia de ancianos de mi abuelo, que ayer precisamente celebraba los diez años de su apertura. Yo, que no pienso mal (ni bien, para qué nos vamos a engañar), supuse que se trataba de una mera coincidencia en el tiempo. No me hizo sospechar nada extraño ni siquiera el hecho de que dicha residencia se llame “La casita azul”…

El caso es que, cuando llegué, me encontré a todos los residentes bailando la conga. Formaban una cadena humana que encabezaba mi abuelo, tocado con un gorro rojo y una barba blanca postiza. Yo seguía sin sospechar nada extraño… Ni siquiera por el hecho de que todo el mundo se dirigiera a mi abuelo por el sobrenombre de “Papá Pitufo”…

La cosa empezó a cambiar cuando dio comienzo el espectáculo preparado por los propios residentes. En un escenario decorado con rombos de color azul, y a los sones de “Paquito el chocolatero”, apareció mi abuelo para, tras una clamorosa ovación, ponerse a recitar a Gerardo Diego:

“Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas al cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.”

(…)

“Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto cristales.”

Ni que decir tiene que mi abuelo no pudo terminar el poema. Toda la tercera edad allí presente (rebautizada por ellos mismos como “la tercera marcha”, para más inri) se puso a corear el “¡Campeones, campeones, oé, oé, oé!”…

Y ya cuando saltaron al escenario los Blue Man Group, yo abandoné aquel palacio de lujuria y desenfreno. Al llegar a casa descubrí que, en vez de la tradicional propina, mi abuelo me había metido en el bolsillo de la chaqueta una cajita de veinte pastillas azules. Todavía estoy dándole vueltas…

18 marzo 2008

El Día del Padre (Con flores a García)


Como bien sabemos los que vivimos cerca de un Cortinglés, mañana se celebra el Día del Padre. Felicidades, por tanto, a los señores Dodot y Bledine. Y, a pesar de nuestra opinión en contra, felicidades también a todos los que se llaman José, ya que alguna mente preclara (léase “cachondo mental”) decidió en su momento que San José representaba a la perfección la imagen de padre ideal… Ya ves tú… Un cachondo, vamos… ¿Y el pobre de San Luis? ¿No son suficientes cien mil hijos para que te reconozcan el mérito?...

Continuando con la lista de padres atípicos, el ranking lo encabeza, sin ningún género de dudas, el Santo Padre: Benedicto XVI. El caso es que, si todos somos hijos de Dios, ¿por qué este hombre es el santo padre? Como mucho tendría que ser el tío, ¿no? Sabido es que los curas no tienen hijos… (de fondo se escucha silbar a alguien y varias miradas se dirigen distraídas hacia el techo)… Que no, hombre, que no tienen hijos… Si acaso, sobrinos. Aunque no es menos cierto que hay algún sobrino por ahí que es clavadito a su tío… El caso es que el Santo Padre, ejerciendo como tal, se ha colocado el día de San José en medio de la Semana Santa. No es nadie Benedicto organizándose sus propias fiestas…

Otro caso atípico es el de los hijos que nacen por inseminación artificial. Si a un padre normal le haces un dibujo en el colegio o, si ya no estás en edad, le compras una corbata o el último CD de El Consorcio (los artistas antes conocidos como Mocedades), ¿qué demonios le regalas a una probeta?...

¿Y qué decir de los llamados “hijos de papá”? En una ocasión, a mí, por estudiar en un colegio de curas, me llamaron “hijo de papá”, a lo que yo contesté con un contundente “pues vosotros no conocéis al vuestro”… Todavía estoy corriendo… Los “hijos de papá”, te lo juró por Beyoncé, son los únicos que no tienen ningún problema a la hora de regalarle algo a su padre: le piden dinero y se compran un peazo peluco y un par de jerseys de marca. De marca cara. “O sea, para que estés orgulloso de mí, papá”…

Y como último ejemplo de padre atípico estoy yo. De momento, ya he decidido cogerme el día libre para poder dedicárselo por completo a mis hijos. Estoy plenamente convencido de que no tengo hijos pero, como uno no se acuerda al detalle de todo lo que ha hecho en esta vida, quiero estar preparado por si me aparece en casa una señora con un churumbel en los brazos con intención de que salgamos a comer fuera. En la medida en que lo permita la Ley de Protección al Menor, les mantendré informados. Que ustedes lo pasen bien en compañía de sus seres queridos o, en su defecto, de su familia.

14 marzo 2008

Dear Mr. President


Esta semana nos hemos enterado por la prensa de que Bush, que no es una marca de desatascador de fregaderos sino un presidente norteamericano, le ha escrito una carta a Zapatero con motivo del resultado de las elecciones generales. El hecho de que le escriba ya es noticia, por supuesto, pero, si leemos entre líneas, descubrimos que la verdadera exclusiva es otra: ¡Bush sabe escribir!...

La carta en cuestión ha llegado correctamente a su destino, lo que, a priori, nos hace albergar la ilusión de que al menos un asesor de Bush sabe dónde está España... Eso o que el servicio de correos norteamericano funciona estupendamente...

Entrando un poco más en los detalles, el contenido de la carta dice lo siguiente: “Dear Mr. President, Merry Christmas and Happy New Year”. Esto nos lleva a una primera conclusión, nada halagüeña, sobre el estado de salud mental del presidente de los Estados Unidos… Eso o que el servicio de correos norteamericano funciona fatal…

La prensa, ampliando la noticia, también comenta que la carta fue tramitada a través del embajador de Estados Unidos en España, Eduardo Aguirre, lo que vendría a confirmar la hipótesis del mal funcionamiento del servicio de correos. La pregunta que nos hacemos ahora es si este pobre hombre conocía el contenido del mensaje. Y si era así, ¿con qué cara se presentó en Moncloa?

“Buenos días, señor Presidente. Que… verá… yo… Tengo una carta para usted”
“Hombre, Isabel Gemio, ¡cuánto tiempo!... Pasa y la vemos”
“No, verá, es que… tengo un poco de prisa, sabe usted… Yo casi que me marcho y ya usted la lee tranquilamente en su despacho…”
“¿En serio que no quieres tomar nada, Isabel?”
“Que no, que no, Presidente, que voy con un poquito de prisa… Feliz Año Nuevo, digo Legislatura… Eso, Feliz Legislatura…”

La ya famosa carta, una vez filtrado su contenido a la prensa, ha destapado el tarro de la rumorología sobre la autoría del mensaje. Hay quien afirma que se trata de una campaña orquestada por el Partido Demócrata para desprestigiar la imagen internacional de Bush. “¿Más?”, se preguntan otros… Hay también quien sostiene que se trata de un mensaje críptico auspiciado por el sector más radical del Partido Popular, valga la redundancia, y por el que se le querría dar a entender a Zapatero que no va a durar más de un año en Moncloa. Sin embargo, nosotros, que hemos tenido acceso a la carta original, estamos en disposición de afirmar con rotundidad que se trata de una carta manuscrita del presidente norteamericano. Sólo Bush es capaz de confundir la tradicional despedida de cortesía “Sincerely yours” (“sinceramente suyo”) por “Cinderella George” (“Cenicienta George”)…

07 marzo 2008

Consejos prácticos para la Jornada de Reflexión


Antes que nada, hay que dejar claro que la Jornada de Reflexión, al igual que la fregona, la siesta y el certificado médico falso, es un invento típicamente español. Debido a nuestra sana costumbre de dejarlo todo para última hora, nuestra clase política se vio en la obligación de colocar una jornada de reflexión previa al día de elecciones con el fin de evitar que nos fuéramos todos a la playa y nos olvidáramos de votar…

La medida, en un principio, aunque parece razonable, nos parece peligrosa. Si, además de incitarnos a votar, nos obligan a reflexionar es que no conocen bien a su potencial electorado. En este país, cada vez que nos da por pensar es para escaquearnos de algo, no para asumir nuevas responsabilidades… faltaría más…

En todo caso, y dada la inmediatez de la jornada, aquí van unos humildes consejos para llevar la cosa de la mejor manera posible:

En primer lugar, en la Jornada de Reflexión hay que procurar levantarse tarde, alrededor del mediodía. No hay que olvidar que estamos hablando de un sábado. Y, eso sí, nada de bajar inmediatamente al bar con la excusa de leer el periódico gratis y hacer el sudoku. El sudoku requiere esfuerzo mental y debemos reservar nuestras neuronas para la reflexión política. Así que hay que bajar inmediatamente al bar pero sin excusas. O sea, porque sí. No hay que olvidar, repito, que estamos hablando de un sábado.

Una vez allí, nos deberemos poner en manos de nuestro camarero amigo:

“¡Qué te pongo?”
“Lo que quieras, no puedo pensar en otra cosa que en el sentido de mi voto”
“¿Te pongo, entonces, un chupito de lejía Estrella?”
“Una cosa te voy a decir: puedo pensar y patearte las tripas a la vez. Que lo sepas, listillo…”
“Marchando una cerveza para el caballero…”

Es posible que, durante tu reflexión, se te aparezcan imágenes de una niña con barba que te pide que pienses en su futuro o de un señor bajito, también con barba, que denuncie el bipartidismo y te diga “dame ‘argo’, que es mejor de pedir que de pactar”… También es posible que aparezca tu cuñado, votante de Falange de toda la vida… En cualquiera de estos supuestos, lo mejor es seguir bebiendo hasta, más o menos, las once de la noche.

La idea es alcanzar un estado etílico tal que, mirándote al espejo, aún seas capaz de pronunciar el nombre del primer partido político que se te venga a la cabeza. Ese será tu voto del día siguiente. Recuerda que sólo los borrachos y los niños dicen la verdad. Solo, o con ayuda del camarero, apunta en una servilleta el partido elegido. Te en cuenta que con la tajada que llevas es más que probable que el domingo por la mañana no te acuerdes de nada.

Una vez cumplimentada con éxito tu Jornada de Reflexión, tan sólo te queda una tarea por hacer: fabricarte un certificado médico falso para librarte de ser presidente de tu mesa electoral y poder quedarte en la cama todo el domingo abrazado a tu resaca…