15 febrero 2019

#BEERNES 99 – LOS ESTRAGOS DE SAN VALENTÍN


Una vez escribí el siguiente microrrelato:

El ramo de flores traía una nota manuscrita: “Hoy, también. 15 de febrero”.

Un lector quiso ponerlo en práctica. A los pocos días recibí un mensaje suyo.

A mi novia le encantó el detalle del ramo de flores que le regalé el pasado día 15. Ahora quiere conocerte. Cabrón.

08 febrero 2019

#BEERNES 98 – NO QUIERO IR


6:49 h.: Hace mucho frío y no me han dejado ponerme ni siquiera un chal por encima del vestido. Camino descalza hacia la plaza escoltada por dos agentes. La gente se aparta a nuestro paso.

6:49 h.: La plaza está llena de gente. Gritan consignas, pero no entiendo su idioma. Es como si todos fueran extranjeros. Los agentes se abren paso entre la multitud, me protegen de algunos que quieren golpearme. No entiendo por qué. Poco a poco, nos vamos acercando al centro de la plaza.

6:49 h.: Me obligan a subir por unas escaleras de madera. Arriba me espera mi verdugo. A mi espalda, sube también un cura que me pregunta si quiero confesarme. Le digo que no, que me deje en paz. El verdugo me sonríe, me recuerda a alguien pero no sé a quién. Me toma del brazo y me acerca hasta la guillotina.

6:49 h.: Un hombre enchaquetado y con una banda de tela brillante que le cruza el cuerpo desde el hombro hasta la cintura saca unos papeles del bolsillo y se dispone a leerlos. También habla un idioma extranjero.

6:49 h.: Tras cinco minutos de discurso, calla, levanta los brazos y el gentío lo aclama. El verdugo me indica que me arrodille y que coloque la cabeza entre las dos maderas. Las ajusta, cierra el candado y pide permiso con la mirada al hombre enchaquetado. Cuando éste asiente, acciona el mecanismo y la cuchilla cae sobre mi cuello. 

6:50 h.: Me despierto con el brazo desnudo de mi novio sobre mi cuello. Recuerdo que dentro de hora y media tengo una entrevista de trabajo. Y no quiero ir. 

01 febrero 2019

#BEERNES 97 – OLORES FAMILIARES


Recuerdo que en mi infancia, en casa de mis padres, el patio olía a comida todas las mañanas. Los aromas de lo que se preparaba en cada hogar, con las ventanas de las cocinas abiertas, se mezclaban y daban como resultado un festival invisible y mágico. Todavía lo recuerdo...

Hoy, en la reunión de la comunidad de vecinos, he propuesto que hagamos lo mismo, que abramos las ventanas de las cocinas que dan al patio mientras preparamos la comida. Eso o que retiremos de una vez el cadáver del vecino que se suicidó el mes pasado.