No sé quién inventó los viernes… Y en la Wikipedia
no me viene nada… Pero creo que fue Confucio quien dijo que, de no ser por el
sábado y el domingo, se nos jodía el fin de semana…
El caso es que alguien decidió este año que la cena
de entrega del Premio de Novela Ateneo de Sevilla se celebrara en viernes. El
pasado viernes, para ser más exactos… Y como no tengo a mano el móvil de
Confucio, felicito a Oscar Oliveira (jefe de prensa de Algaida Editores,
patrocinadores del evento) por habernos puesto en tamaña bandeja el fin de
semana.
La cosa empezó con una María Zaragoza ejerciendo de
maestra de ceremonias espectacular: guapa, elegante y portando con modestia el ruidoso
éxito de ventas de su “Los alemanes se vuelan la cabeza por amor”. Y nosotros,
sus amigos, todos pendientes de que no olvidara llamar “Doctor” al personaje de
bigote dórico-jónico que la guardaespaldaba, excelso (¿o era “exceso”?)
Secretario del Ateneo, para que éste no se enfadara. La pobre María acabó con
un tobillo malherido por una traición de última hora del tacón de su zapato…
La cosa siguió con el mencionado “Doctor”
pronunciando una frase que bien podría ser el comienzo de la novela ganadora
del año que viene: “El ruido de los platos, por favor, reclamo que se pare al
momento”. Ya me estoy imaginando el título… “Silencio fingido”…
Y la cosa terminó entre un número variable de peces
de colores. No por culpa de las drogas ingeridas, asunto en el que no
entraremos por respeto a la presencia en el acto de tan doctos como antiguos ateneístas,
sino por mor de los caprichos del propio ganador del premio, que dio en titular
su novela como “Los peces de colores”, se refirió a ella después como “Cuatro
peces azules” y la prensa escrita lo reseñó al día siguiente como “Seis peces
azules”.
Dicho ganador responde al nombre de David Tejera,
un periodista al que muchos identificarán como reportero en CNN+, Cuatro y,
últimamente, T5; y otros recordamos como ganador del Premio Ateneo Joven de
hace diez años con la novela “La senda de los locos”.
En el escenario, frente a los aplausos, le acompañó
Fernando Otero, ganador del Ateneo Joven con “Donde la muerte te encuentre”,
una novela en la que Che Guevara, si no protagonista, es fondo de escenario
principal.
Después, y con la venia del Doctor, que acabó
sudando hasta por unos poros de la piel de los que él mismo desconocía su
existencia, las puertas de los Reales Alcázares de Sevilla se abrieron para dar
salida a la imaginación y a las licencias poéticas…
Allá fuimos: a rendir pleitesía profana a los
cielos sevillanos deslumbrados por el Touche Éclat en la mirada de la Giralda, a
sacar a pasear críticas y risas por las azoteas, a tratar de tú a las
campanadas de madrugada y, ya después, mucho después, a buscar rincones más
íntimos y peor iluminados.
Así acabamos unos cuantos: en el regazo paciente y
comprensivo del Garlochí, “una herriko-taberna típicamente sevillana”
(Alejandro Luque dixit).
Tras varios cubatas, descubrimos que todos los
presentes, que nos acabábamos de conocer personalmente ese mismo día,
llevábamos tiempo siendo amigos en Facebook.
A las cinco y pico de la mañana, poco antes de que
el amanecer nos echara el brazo por el hombro, pinché la opción “Me gusta” y me
fui a dormir un rato…
4 comentarios:
La crónica es exquisita.
En otro orden de cosas, ahí va la pregunta:
Por qué los egipcios siempre aparecen representados de lado?
No se si es por ser sureño ( a saber) el autor o norteño el comentarista, que le escapa a uno si al final los peces son azules o naranjas...
Y puestos a preguntar, podía ser por que los humanos tienen tendencia a andar en plan cangrejo (por decirlo "finamente")?
Mei, los egipcios son representados de lado porque de frente no se aprecia el gracioso juego de brazos que se gastan al andar... ;-)
Xaquín, los únicos humanos que parecen cangrejos son los ingleses en nuestras costas. Y andan, mayormente, haciendo eses por culpa y efecto de la sangría... ;-)
per por lo menos dejan dineros no como algunos de vosotros que sois un mosquito de cerebro.
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