El Borrador del nuevo Estatuto de Andalucía ya es una realidad. Una realidad nacional, para más señas. El pasado domingo se presentaba en sociedad acompañando a los diferentes suplementos de los periódicos. El problema vino cuando hubo quien lo confundió con uno de los ejemplares de la colección de cuentos infantiles de El País y cientos de niños andaluces tuvieron pesadillas esa noche. O lo que es peor, con el pareo que regalaba el suplemento Yo Dona de El Mundo… No veas cómo le quedaba a más de uno tapando sus partes a la altura del artículo 112, “Impacto de género”… Hubo también quien lo confundió con el especial del 30º aniversario de la revista Interviú y ya tiene colgado en su habitación el desplegable de Gaspar Zarrías. Y todo eso coincidiendo con el día en que Fernando Alonso homenajeaba a Farruquito por las calles de Sevilla…El Borrador, de puro cabreo, lió el petate y se marchó a Madrid, a ver si allí le hacían más caso. Y en estas que llegó el martes al Congreso de los Diputados y, al ver aquel edificio, con sus majestuosas escaleras, sus enormes columnas y sus dos leones en la entrada, exclamó: “Coño, ya me he equivocado y me he venido a Marbella, a casa de Juan Antonio Roca”.
Todas sus dudas se disiparon cuando vio entrar a Martínez Pujalte disfrazado de Manolo el del Bombo con su bandera rojigualda, su bufanda, sus bengalas y gritando a pleno pulmón “¡España, España!” para empezar a calentar el debate. En el interior del Congreso, el Presidente, Manuel Marín, hablaba con el embajador de Finlandia: “¿Qué más os da? Si habéis presentado a Eurovisión a los Lordi esos, ¿cómo no vais a tener un hueco en vuestro país para Pujalte? Yo corro con todos los gastos pero, hombre, haced un esfuerzo, que me va la salud en ello…”
Aprovechando que el Guadalquivir pasaba por Andalucía y el Pisuerga por Valladolid, el PP y el PSOE se enzarzaron en su enésima disputa. Y el Borrador, en medio de todo el fregao, intentando hacerse oir: “¡Oigan, señores, un respeto, que soy una realidad nacional!”. Hasta que se le acercó discretamente un ujier y le dijo al oído: “Usted perdone, pero aquí la única realidad nacional es que cerramos a las dos para comer. Así que vaya desalojando”.
Mientras tanto, en Andalucía, los ciudadanos se recorrían todos los kioskos de su ciudad en busca de un ejemplar del especial de Interviú, que es lo que realmente produce un impacto de género, y no el artículo 112.
