15 febrero 2012

Microrrelato Express # 118


Sonó el teléfono de casa y en la pantalla apareció iluminado el número de mi propio móvil, el cual había dejado en el lugar de costumbre hacía apenas dos minutos cuando llegué. Descolgué extrañado y pronuncié un cauto “¿Dígame?”…

Era yo mismo, devolviéndome la llamada. Y es que el día anterior creí haber perdido el móvil y desde el fijo me hice una llamada para localizarlo por el sonido.

Al rato, todavía con el susto en el cuerpo, di de baja ambas líneas de teléfono.



7 comentarios:

Anita Noire dijo...

Maldita tecnología. Al fina cuando pasan cosas como las que cuentas crees que el que llama se Dios pidiendo explicaciones y te acojonas mucho

ana dijo...

A los teléfonos los carga el diablo...

Besines :)

Dyhego dijo...

Más Claro:
Como el nota del chiste que "mató" a palos la olla exprés antes de que se creciera y se convirtiera en tren porque éste le había matado a todos los borregos... Estas máquinas infernales hay que romperlas ya antes de que se conviertan en bichos malísimos...
Saludos maquinales.

W Ph Fogg dijo...

Por favor ruego facilites a los seguidores de este fantastico blog la formula para darte de baja de una compañia telefonica, con una me conformo..
Yo nunca lo consigo..maldita sean!!

Anónimo dijo...

una vez me paso algo parecido...pero estabamos en un grupo de gente cantando y charlando...en un momento una persona del grupo recibio una llamada...y comenzo a escuchar toda la conversacion q habiamos tenido media hora antes.....una locura.

Food and Drugs dijo...

Hombre precavido llama por dos
;-)

Anónimo dijo...

A eso le llamo yo cordura, aunque suene a nombre de marca.
El siguiente paso para alcanzar a ser un "iluminado" es el anacoretismo. Ha hecho usted bien, por algo se empieza y así cambiar el mundo, su mundo...submundo.
El breve es genial, incluso raya lo onírico.
Saúde e ceibedade.