“La vida es eterna en cinco minutos”, cantaba
Víctor Jara. Y en cinco párrafos, y en ciento cuarenta caracteres, podríamos
añadir hoy…
La vida es eterna en muchas ocasiones: cuando subes
en el ascensor con alguien que no se ha duchado, cuando compartes la cena de
Nochebuena con tu cuñado, cuando escuchas el hilo musical de la llamada en
espera del teléfono de reclamaciones…
Los microrrelatos también contienen vidas eternas.
O al menos las proponen. De la imaginación del lector depende que consigan su
propósito. Y en ese sentido, los doscientos microrrelatos que conforman “El
final está cerca” suponen una invitación a imaginar, a fantasear, a reírse.
Sobre todo a reírse.
Porque si es verdad que el final está cerca, que
nos pille muertos de risa. Hoy, en Barcelona…
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