“La vida es eterna en cinco minutos”, cantaba
Víctor Jara. Y en cinco párrafos, y en ciento cuarenta caracteres, podríamos
añadir hoy…
La vida es eterna en muchas ocasiones: cuando subes
en el ascensor con alguien que no se ha duchado, cuando compartes la cena de
Nochebuena con tu cuñado, cuando escuchas el hilo musical de la llamada en
espera del teléfono de reclamaciones…
Los microrrelatos también contienen vidas eternas.
O al menos las proponen. De la imaginación del lector depende que consigan su
propósito. Y en ese sentido, los doscientos microrrelatos que conforman “El
final está cerca” suponen una invitación a imaginar, a fantasear, a reírse.
Sobre todo a reírse.
Porque si es verdad que el final está cerca, que
nos pille muertos de risa. Hoy, en Madrid. Y mañana, en Barcelona…
5 comentarios:
La vida eterna es una pérdida de tiempo que se mueve con tanta parsimonia que la hace tan lenta.
Si pudiera alejarme de ella en un bigbang inicial sería como ese tío lejano que ni es tío ni nada.
Aunque me parece que tu título es premonitorio (por una vez pongámoslo así). Lo que no sé es de qué y hacia qué lado lo es.
Jara y no sedal fue su canto final
que le dejara(o)n
[Qué hijos de la granbretaña aquellos que se cebaron con Víctor] :|´
BreveSaludoS
Recuérdame que luego brindemos por Víctor ;-)
Para eso se hicieron las cervezas
Yeah! ;-)
Gran idea pues...Brindemos por Víctor Jarra ;)´
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