27 octubre 2017

#BEERNES 43 - SETENIL


Que le den un premio a uno de Bilbao no solamente no debería ser noticia sino que, me atrevo a decir, es algo que roza la redundancia. Pero cuando ese premio es literario y se lo dan a un amigo tuyo, las ganas de celebración se multiplican de manera instantánea.


Pedro Ugarte acaba de ganar el premio Setenil al mejor libro de relatos con su “Nuestra historia”. Hace un año, con la aparición de su libro (puedes leer la reseña que escribí AQUÍ), tuve la ocasión de entrevistarle y de conocerle personalmente. Esto fue lo que me contó:


“Me interesa el humor que tiene doble fondo”
Hotel Don Paco. Sevilla. Diez y media de la mañana. A Pedro le sorprende que le estreche la mano acompañando el gesto con un “Egunon” (en euskera, “Buenos días”) Lo agradece, sonríe y el detalle da pie a pequeñas confidencias y coincidencias que no vienen al caso.


Pedro es cercano, sincero, abierto. Aunque hacemos la entrevista en el hall de un hotel del centro de Sevilla, reconozco que me he sentido como si estuviéramos en una mesa junto a uno de los ventanales que dan a los jardines de Albia en el Café Iruña de Bilbao…


Fiel a su costumbre, Jorge sigue siendo el sempiterno protagonista de sus historias. ¿Cómo es el Jorge de “Nuestra historia”?
Sí. Seguramente va creciendo con los años y tiene algo que ver con el narrador. Creo que de las seis novelas que he publicado es protagonista en al menos cuatro y en los cuentos en casi todos. Así que le han pasado tantas cosas que no podría tener una biografía coherente, pero creo que lo importante del personaje es la mirada, o sea, un guiño al lector para que vea a través de ese personaje una mirada que siempre va a ser la misma. Es verdad que ha evolucionado con el tiempo, antes quizás más irónico, ahora más melancólico, pero el personaje es sustancialmente el mismo, de tal manera que un lector mío se pone unas gafas concretas para ver la realidad.


Igualmente, sigue encontrando sus argumentos en las distancias cortas, en lo que le rodea. ¿Cuál es ese escenario hoy en día?
Pues sí, es muy cercana. Y se basa, sí, en esas distancias cortas, en esas condiciones sociales, políticas, económicas, en que nos encontramos. Todo ese universo de la crisis económica está presente, claro. Igual en algunos cuentos de manera muy inmediata y en otros no tanto. Y creo que esta crisis económica que estamos viviendo o que estamos empezando a salir sí que va a dejar algo en nosotros, una conciencia de la provisionalidad. Cuando se firmaban hipotecas a cuarenta años parecía como si estuvieras aceptando una inmortalidad imposible…Eso se ha difuminado. Y lo que va a quedar es la sensación de que la vida es más contingente de lo que nos gustaba creer.


Las diferentes historias parecen pilotar sobre un elemento común que es la felicidad o la ausencia de la misma y, por tanto, su búsqueda. ¿Estamos condenados a ser felices?
Sí, a buscar la felicidad, sí. El verdadero imperativo moral del ser humano es ser feliz. Es una cosa que se escapa de nuestras manos, y que esa sensación de un sentimiento fugitivo permanece siempre tanto en el espacio como en el tiempo.


El humor siempre ha sido una característica importante en su estilo de contar las cosas. En este nuevo libro es un humor más atenuado, más contenido, más lacónico…
Es cierto. Y siendo el personaje sustancialmente el mismo, la verdad es que Jorge, ¡buf!, surgió en 1990, hace ya medio siglo, y sí que ha habido un cambio, y si antes el humor era más ruidoso ahora es mucho más atenuado, más melancólico, y que igual más que buscar divertir al lector lo que intenta es conmoverlo. Me interesa mucho más que el humor directo el que tiene doble fondo.


¿Por qué esa característica de dejar unos finales abiertos tan cerrados?
Yo creo que la técnica del final abierto no es tanto que haya muchos finales sino que el final es sólo uno pero que no lo sabemos. El último cuento creo que es una de las historias más terribles que he escrito, y lo he comentado con algunas personas e igual es difícil de explicar pero yo a veces pienso en ese cuento y me desasosiego. Siempre he dicho que la familia es una cosa complicadísima, porque en ella reside lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor. Y pienso en ese final y sí, es ficción, pero yo mismo siento cierta inquietud pensando en ello.


Su narrativa siempre está muy pegada a la actualidad. ¿Se ve escribiendo otro tipo de géneros?
No rechazo el término realista pero en la literatura se está empezando a tomar esto como algo peyorativo y no lo entiendo. Lo fantástico, frente a lo realista, no tiene que ser bueno a priori. Al poeta Philip Larkin le reprochaban que su poesía era muy realista, muy pegada a la realidad, de bajo vuelo. Y él contestaba preguntándose cómo pasaba la gente su tiempo, si matando dragones o algo así…


Sí que es cierto que, cuando escribo microrrelatos, que es una faceta mía quizás menos conocida, me permito otras licencias que no sean esa visión tan cercana.
Frente a la frase “El dinero no da la felicidad”, usted sostiene que “La felicidad no da dinero”…


Claro. Se elogia mucho la felicidad, pero también hay que ver que la felicidad no da dinero… Hay que decirlo todo. Pero sí que es cierto que tiene una relación dialéctica con el dinero y que pasa en otros libros míos, porque el dinero y las situaciones económicas en otros libros pasan desapercibidos, parece que los personajes en muchísimas novelas nadie paga el recibo de la luz, van a Venecia pero nadie te explica de dónde ha salido el dinero, etc… Hay muchos personajes literarios que viven con unas condiciones económicamente resueltas que yo no me las creo. Y sabiendo que en Literatura no hay temas vírgenes, creo que ese es un tema en el que todavía se puede explorar mucho. En ese sentido, me interesó mucho “Salto de mata”, como se tradujo en España la autobiografía de Paul Auster, porque hablaba de sus problemas económicos, cuando hoy lees otras autobiografías de escritores que parece que vivían de la máquina de ventilación asistida…




Y aquí se cuela en la conversación Encarni, una de las imprescindibles columnas vertebrales que sostienen la exquisita editorial Páginas de Espuma, y la conversación se torna en un amistoso off de record a la espera de un taxi que les lleve a la estación de trenes que van hacia el norte: Atocha – Chamartín – Abando…   



2 comentarios:

d:D´ dijo...

De todo lo leído ──que me sorprende en ti── hay algo que me desdobla
Si hall es término artificioso, astuto y abocado por un pasado hipotético en 2001, cómo es posible que a futuro, tú, no tengas un robot vestíbulo o, en su defecto, un poszaguán o seudotolos que te redondee la frase. Grecolatinamente hablando claro, claro.
Teniendo en cuenta que, ebai sería la versión electrónica como antisaludo
para egu non; qué debería, yo, leerla aspirada o muda...
Claro, son preguntas que me cuestiono; o no, o sí...no sé
Todo esto dicho en y con la más humilde y mayor de mis rutas independientes de la ignorancia; nunca mejor dicho. Claro, o no; claro.
En fin, agur

Por otro lado, y con estos términos termino ──remitiéndome a aquel clásico── que todos sabemos de la felicidad a ratos que si en vez de pan y cebolla sí calman los nervios cuando tras ella hay protección de tela...

Saúdos, mestre :|´

Más claro, agua dijo...

Te contestaría encantado, pero tengo que esperar a que mi representante me confirme que has pagado la exclusiva... ;-)