06 julio 2018

#BEERNES 76 – A LA MIERDA PAUL AUSTER



En la mesa de al lado, se sienta una chica y saca de su bolso el libro “El palacio de la luna” de Paul Auster, que deja junto al café que acaban de servirle. Mira hacia mi mesa y ve que yo también tengo un libro de Paul Auster, “Creía que mi padre era Dios”, sobre mi mesa. Sonríe disimuladamente sospechando que yo también estoy esperando a mi cita a ciegas.
Pasa el tiempo y mi cita no aparece. La suya tampoco. Pide otro café. Yo, otra cerveza. Mira la hora en el móvil. Yo lo hago en el reloj que hay en la pared, encima de la barra. Habla con una amiga. Yo miro por la ventana.
Una hora después, ella podría levantarse de la mesa, acercarse a la mía y, con la excusa de los dos libros, comentar la coincidencia, todo muy austeriano, sentarse, ponernos a charlar, reírnos, pedir más cervezas, ya no es hora de café, rozarnos las manos de manera tan casual como intencionada, reírnos más, pedir la cuenta, salir del bar, pasear y planear si en su casa o en la mía.
Sin embargo, una hora después, pide la cuenta, paga, se levanta, coge el bolso y se va sin siquiera dirigirme una mirada cómplice. Sobre la mesa queda su libro de Paul Auster. Miro de nuevo el reloj de la pared. Suspiro y hago lo mismo que ella.

2 comentarios:

d:D´ dijo...

Al margen de la coincidencia y sin que sirva de pretexto
¿Qué te hace pensar que ella esperaba una cita, tu cita?
Y cito textualmente:
"Sonríe disimuladamente sospechando que yo también estoy esperando a mi cita a ciegas."

Toda cita a ciegas es eso, cómo quién no ve. Ése es el dilema

También podría deducirse por las diferentes tomas, ella café, tú cerveza que en realidad estuvieseis en diferente hora en el mismo lugar y que la única puerta-nexo temporal física fuera el libro de Auster. Es decir, sospechaste que era doncella porque viste, sólo, un libro posarse en una mesa y una mano femenina dejarlo ya que en ese lado, de la mesa, era posible percibir cómo se depositaba el libro y por lo tanto, durante x´ (seg) las uñas...pintadas del final de una mano, supuestamente, femenina. Lo de que te miraba sólo lo dedujiste ya que tú tenías una cita y ya se sabe que todos juzgamos a los demás por nuestra condición... [¿Entonces si es por nuestra condición, por qué cuando vemos a un africano, por ejemplo, migrante y de "color", decimos lo que decimos y no los tratamos cómo por nuestra condición?...Eso, ahí lo dejo...
…Viste el libro, viste las uñas, la mano e intuiste una mujer tras ello porque así lo dedujiste que tras todo completabas una figura femenina que te sonreía…
Por lo que parece, habla con una amiga; luego no es tu cita. Pienso que sólo se trata de dejar ambos libros sobre las mesas para que las supuestas citas sepan quién estuvo allí...esperando. (Ya que dices que finalmente haces lo mismo que ella: Pagar, dejar el libro. Marchar)
Tú miras por la ventana, la cuál en ausencia de alguien conocido, bien te conformas con ese divertículo a vacuo temporal...

Las coincidencias de leer a Paul Auster son claras y muchas veces rozan lo absurdo, bien por timidez, bien por ese lenguaje mudo que nos impide tener una relación aunque sea pura ficción masculina que se barrunta en todos cada siete segundos; o eso dicen los expertos.
¿Pero, también ocurre igual en ellas y en sus cabezas? Posiblemente. Aunque sospecho que la prudencia tiene carácter femenino y eso marca la diferencia...horaria o atemporal en la que os hallabais el uno con el otro y lo demás es parte de tu calenturienta y romántica imaginación descabellada.
Hala, pídete otra cerveza, que ésa la pago yo.

[Nota al margen:
Ten mucho cuidado no te pille, por delante o detrás, J.A.R.P. ( https://www.eldiario.es/sociedad/Reig-Pla-servicio-liberarse-lujuria_0_789521714.html )
y trate de (a)condicionarte de forma reneocatecúmena y acabes en otro tiempo...mucho más pasado o pretérito…Cual meteorito]

Más claro, agua dijo...

El amor tiene razones que la razón no entiende. Eso o que los libros de Auster están de oferta en Amazon... :-)