La ventaja de ser su
secretario es que tenía acceso a todos sus documentos, archivos y libros. Había
confiado en mí el orden de su caos creativo y la gestión de su agenda.
Una tarde, mientras él
paseaba por los alrededores de su chalé, entré en su despacho. Rebusqué en la
papelera y encontré un papel arrugado donde se podía leer una frase:
Ninguno
de los dos notó su llegada.
Podría ser el
comienzo frustrado de una novela o relato. Seguí curioseando y saqué otra bola
de papel. Decía:
Llevaba
semanas deseando llevarte bajo aquel árbol y justo a aquella hora.
¿Otro inicio
descartado? ¿Parte de su diario?... En la papelera había más bolas y mi
curiosidad seguía en aumento…
Apenas
tuve tiempo de ver tu sien ensangrentada cuando sonó el segundo disparo, esta
vez dirigido a mí.
Parecían frases sin
sentido. ¿Ejercicios de estilo?...
Era
la primera vez que le pedía prestado el coche a mi padre.
Me estaba
divirtiendo. Cada frase prometía una gran historia. Pero todas habían acabado
arrugadas en la papelera. Aún había dos más…
Nos
besamos aún con el motor encendido.
Quizás esta frase
tuviera alguna relación con la anterior… La última bola de papel contenía esta
frase:
La
noche recobró el silencio perdido.
A diferencia de las
anteriores, esta podría significar el final de una historia. ¿Qué pasaría si
juntara las seis frases? ¿Podrían componer un microrrelato ordenadas de una
determinada manera?...