Como el
sol cada atardecer, él también se quedó sin trabajo. Pero de nada le sirvió que
amaneciera. Su carta de despido le seguía observando obscena desde la mesa de
la sala de estar, junto a dos facturas con importe de pocos amigos.
“Parecéis
un coro griego anunciando mi tragedia”, les dijo.
Del
calendario de la pared arrancó la hoja correspondiente al mes de septiembre y
la colocó en la mesa junto al resto.
“¿Veis?,
los números rojos también pueden ser sinónimo de felicidad…”
El coro
enmudeció. Pero conocían el final de la historia…
6 comentarios:
El pobre arrancó la hoja del calendario antes de tiempo.
Salu2.
Has vuelto con un micro relato perfectamente escrito y con "almendra".
Gracias y bienvenido.
Me maravillas- A la madrugada le he tenido que sonreir-
gracias
Si mantiene esa capacidad de ver el lado bueno de las cosas tal vez lo que ahora parece una tragedia pueda acabar convirtiéndose en una gran oportunidad.
¡Me alegra tu regreso! Espero que hayas disfrutado de la pausa.
Besos
Gracias por vuestros comentarios de vuelta, amigos...
Como dice el título, el final está cerca...
(Puedo comprobar que mi comentario no entró en el momento adecuado; cosas del limbo electrónico que en este infernal sistema se pierden)
Quién lo imaginaría así, salvo tú, que el otoño se adelanta con tanta hoja caída de ese calendario enmascarado quirurgicamente doliente.
Pero ese epitafio del final cercano no me deja buen sabor. ¿Cuál es tu sugerencia y qué significa?. Por cierto, tenemos algo importante pendiente y pendiente está de llevarlo a término. Dime y responde afirmativo, no tienes otra.
Salú i Livertá
(Me voy que tengo un Marte pendiente de su salida tras los montes cercanos)
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