El abuelo,
con la intención de ayudar a su nieto en los deberes del colegio, abrió el tomo
E-F de su vieja enciclopedia Espasa – Calpe para buscar la definición de la
palabra “fulcro”. Lo que encontró le llevó a curiosear en la biografía de
Arquímedes y, por extensión, en la de otros sabios helenos. Acabó agotado y
dormido en el sillón junto a su biblioteca...
Mientras
tanto, el nieto, en su habitación, abría el ordenador y tecleaba en Google la
palabra “fulcro”. El buscador le empezó a ofrecer alternativas: con la “f”,
“facebook”; con “fu”, “fútbol”; con “ful”, la web de música online “fulltono”;
etc... Acabó agotado y pensando que no sería mala cosa explicar al día
siguiente en el colegio que el perro se había comido sus deberes...
4 comentarios:
Un niño muy perro
:)'
El nieto no supo "apoyarse" donde debía.
La curiosidad hay muchas maneras de despertarla y de que nos la despierten. La diferencia está en qué hacemos con ella, si la alimentamos o la matamos.
Besos
De tal palo...
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