Después de
varios intentos de disuasión por mi parte, él pretendió zanjar la discusión con
un “Nadie es perfecto”…
No me
quedó más remedio que hundir la lancha.
Sólo
cuando el agua empezaba a visitar los recovecos más íntimos de mis pulmones,
recordé que no sabía nadar.
Él me
arrastró hasta la orilla y allí, sobre la arena de la playa, me hizo el boca a
boca.
Cuando
recobré el sentido y el aliento, no pude decir otra cosa que “Vale, tú ganas.
Pero que no se enteren los guionistas”…
5 comentarios:
...pero menudo era Billy Wilder. Como par no enterarse de lo que pasaba en los rodajes.
El amor sucede en los momentos más difíciles y es cuando valoramos todos los principios, incluso los de una gran amistad.
Y qué bien conoce, Juan L., los entresijos tras la claqueta; como buen cinéfilo. Supongo
Hay cosas que no se pueden ocultar... Ni debieran.
Besos
Cuando el agua llega al cuello... o a los pulmones.
El amor no conoce fronteras ni metrajes...
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