06 abril 2006

El madrugón de los diputados

Por primera vez en su historia, el pleno del Congreso de los Diputados ha comenzado hoy a las ocho de la mañana. ¿A las siete en Canarias? No, porque en Canarias no hay Congreso de los Diputados. Por eso las llaman Islas Afortunadas.

Esta medida, una iniciativa de su Presidente, Manuel Marín, pretende conciliar la vida familiar y laboral de los diputados. En cuanto a la vida familiar, será para que no trasnochen… Y en cuanto a lo laboral… eso no lo arregla, señor Marín, ni poniendo el horario de los Vip’s.

El ministro de Defensa, José Bono, ha sido el primero en subir a la tribuna de oradores abriendo su intervención con el refranero popular: “A quien madruga, Dios le ayuda”, ha dicho. Se rumorea que, desde las filas del Partido Popular, primer partido de llevar la contraria, también conocido como Oposición, se ha escuchado inmediatamente un contundente “No por mucho madrugar amanece más temprano”, seguido de una salva de aplausos que han conseguido despertar a la mayor parte del hemiciclo. Así ha quedado claro que ni madrugando se consigue conciliar al personal…

A pesar de que, según recoge el diario digital elmundo.es, “la mayor parte de los diputados estaban en el hemiciclo al inicio del pleno” más de uno ha llegado por los pelos. Y no nos referimos precisamente a Iñaki Anasagasti, que ya no es diputado. Algunos también han aprendido de las costumbres de los funcionarios y, en cuanto han dado las ocho en punto, han colgado su americana del respaldo del escaño (para hacer ver que ya habían llegado) y se han ido a su despacho a echar una cabezadita hasta la hora del vermú. Si de conciliar se trataba, ellos han conciliado el sueño estupendamente.

Además del madrugón, y dado lo extenso del orden del día, el presidente Marín pretendía que la sesión continuara sin interrupciones a la hora de comer. Ya me imagino a sus señorías llamando a casa para avisar: “Oye, que no puedo ir a comer, que tengo que votar tres leyes, la de educación, la de montes y la de medicamentos”. La respuesta que obtendrán desde sus respectivas casas está cantada: “Pues tú votarás la ley, pero esto no es educación ni nada. Por la mañana te vas antes que ningún día y ahora no vienes a comer… Tú tienes un lío por ahí… Así que una de dos: o te echas al monte o haces acopio de medicamentos por lo que te pueda pasar cuando vuelvas a casa…”

O sea, que a tomar por retambufa la conciliación familiar y laboral.

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