Un centro comercial de L’Hospitalet de Llobregat ofrece a su distinguida clientela un nuevo servicio: el “aparca maridos”, un lugar para el descanso y solaz disfrute del hombre mientras su mujer hace la compra. Si esta noticia, de por sí, no ha hecho saltar de sus asientos a todo el colectivo feminista del mundo mundial, se lo voy a poner más fácil: si de todos es sabido que las mujeres no saben aparcar, ¿qué marido querrá acompañar a su mujer al centro comercial?...
Una vez conseguido el reproche feminista, pasemos a los hechos: el nuevo servicio del centro comercial pretende ser una especie de guardería para hombres que dispondrá de sofás, televisión y prensa, sobre todo deportiva. En principio, le auguro muy poco éxito a esta iniciativa, porque las peluquerías masculinas no sólo te ofrecen lo mismo sino que, además, te cortan el pelo…
Mujer: “Cariño, mañana deberíamos ir a comprar al hiper…”
Marido: “Ehh… no puedo… tengo hora en la peluquería…”
Mujer: “¿Pero tú qué pelo te vas a cortar si eres calvo?”
Marido: “(…) El de la espalda…”
En el caso de que yo esté equivocado y el servicio “aparca maridos” sea un éxito, no me queda más que augurarle la quiebra inmediata a los supermercados. Me explico: una familia estándar (mujer, marido e hijo pequeño) va al centro comercial. Los padres dejan al niño en el servicio de guardería que regenta una joven guapa y simpática. Acto seguido, la mujer deja al marido en el servicio “aparca maridos” que regenta, curiosamente, una joven más guapa y más simpática que la anterior (¿coincidencia?). Entonces, ¿qué hace la mujer?:
Marido: “Pues se va a disfrutar al supermercado, que para eso hemos venido…”
Mujer: “Sí, claro, empujando un carrito lleno de comida que por defecto se escora continuamente hacia el lado de las estanterías y aguantando de pie los cincuenta y dos números que faltan por delante mía hasta que me toca el turno en la pescadería, ¿no?”
Claro que no. Libre de cargas familiares, la mujer respira hondo, da gracias al cielo y se va a la cafetería más cercana a tomarse un café y a leer el periódico en paz. ¿Y el supermercado?... Bueno, ella, mujer precavida, nunca tira las ofertas de Telepizza…
Marido: “¿Otra vez pizza? Es la tercera en esta semana…”
Mujer: “Si lo prefieres, podemos ir a comer a casa de mi madre: tiene sofá, televisión y prensa. Y si le cuento la cara que le pusiste a la cuidadora del centro comercial, por el mismo precio se te cae el pelo… de la espalda…”
Marido: “¿Puede ser una Cuatro Estaciones con doble de champiñones?”
Una vez conseguido el reproche feminista, pasemos a los hechos: el nuevo servicio del centro comercial pretende ser una especie de guardería para hombres que dispondrá de sofás, televisión y prensa, sobre todo deportiva. En principio, le auguro muy poco éxito a esta iniciativa, porque las peluquerías masculinas no sólo te ofrecen lo mismo sino que, además, te cortan el pelo…
Mujer: “Cariño, mañana deberíamos ir a comprar al hiper…”
Marido: “Ehh… no puedo… tengo hora en la peluquería…”
Mujer: “¿Pero tú qué pelo te vas a cortar si eres calvo?”
Marido: “(…) El de la espalda…”
En el caso de que yo esté equivocado y el servicio “aparca maridos” sea un éxito, no me queda más que augurarle la quiebra inmediata a los supermercados. Me explico: una familia estándar (mujer, marido e hijo pequeño) va al centro comercial. Los padres dejan al niño en el servicio de guardería que regenta una joven guapa y simpática. Acto seguido, la mujer deja al marido en el servicio “aparca maridos” que regenta, curiosamente, una joven más guapa y más simpática que la anterior (¿coincidencia?). Entonces, ¿qué hace la mujer?:
Marido: “Pues se va a disfrutar al supermercado, que para eso hemos venido…”
Mujer: “Sí, claro, empujando un carrito lleno de comida que por defecto se escora continuamente hacia el lado de las estanterías y aguantando de pie los cincuenta y dos números que faltan por delante mía hasta que me toca el turno en la pescadería, ¿no?”
Claro que no. Libre de cargas familiares, la mujer respira hondo, da gracias al cielo y se va a la cafetería más cercana a tomarse un café y a leer el periódico en paz. ¿Y el supermercado?... Bueno, ella, mujer precavida, nunca tira las ofertas de Telepizza…
Marido: “¿Otra vez pizza? Es la tercera en esta semana…”
Mujer: “Si lo prefieres, podemos ir a comer a casa de mi madre: tiene sofá, televisión y prensa. Y si le cuento la cara que le pusiste a la cuidadora del centro comercial, por el mismo precio se te cae el pelo… de la espalda…”
Marido: “¿Puede ser una Cuatro Estaciones con doble de champiñones?”
8 comentarios:
Iba yo a escribir sobre esto mismo, pero como has puesto el listón muy alto...paso tema...
Hola. Voy a ser tu reportera.
He visto el chiringuito.
...
Bueno, ¿Alguien queria salir en los periodicos y en la tv? Pues enhorabuena Sr. Directivo.
En el aparca-maridos cabran... aproximadamente 10-12 personas sentadas, no esta mal para un mega centro comercial como ese...
Ademas en ningun sitio pone que sea para maridos... Parece una noticia de mes de Agosto.
Para noticia lo del fosil de una pinza de escorpion de 2.5 metros...
Ya puestos...
;-)
Buenas noticia, pero ¿qué pasa con los que no nos queremos casar?
je,je...nuevos modos de verlo...
Hay conexión?????
aisss, que faciles de combencer somos los hombres :) SAludos
Si te olvidas de recogerlo, ¿te lo traen a casa?
merce, no pases mujer, insiste, insiste :-)
luna: gracias por el reportaje de ionvestigación. Nos reafirma en la idea de que el chiringuito ese es una m... :-)
mateo, siempre nos quedarán los bares de toda la vida...
lola, ¿nuevos? Más viejos que el café de puchero :-)
Landa, siempre!
an, sólo si hay cerveza...
sintagma, ¿realmente quieres que te lo traigan a casa?¿y si lo has dejado a propósito abandonado? :-)
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