Miró con orgullo a la puerta cerrada donde hacía medio minuto yo había dado la cara por él delante de la policía y dijo:
“Soy un prófugo de la justicia… Soy Thelma y Louise…”
“Mira, so animal… El hecho de que desperdiciara media tarde de mi vida tratando de que comprendieras que Ramón y Cajal no eran dos personas, no quiere decir que ese ejemplo sea universal y se aplique a todo lo que tenga una “y” en medio… ¿Pero tú sabes, alma de cántaro, quiénes eran Thelma y Louise?... No te haces ni idea de cómo me gustaría que tú acabaras igual… Pero con la mala suerte que tengo, seguro que el coche era el mío”
“Vale, pero me sigue doliendo el ojo. ¿Queda ron?”
Quedaba ron, por supuesto. Estaba bien escondido pero quedaba ron. Lo iba a necesitar porque la paciencia la tenía ya agotada desde hacía tiempo…
“Queda ron, por supuesto. En el bar de abajo. Con un poco de suerte, y ese encanto personal que te caracteriza, lo mismo hasta te invitan un par de señores muy simpáticos que visten de uniforme… Y si realmente eres Thelma y Louise, sal de mi casa por la ventana, que sólo es un tercer piso…”
Si algo tiene de bueno mi cuñado es que sabe perfectamente cuándo tiene que largarse de los sitios. Pero si algo tiene de malo es que no se hace ni puñetero caso ni a sí mismo. Así que se recostó en el sofá y palpándose el ojo hinchado se pasó un buen rato riendo porque decía que cuando se apretaba veía “lucecitas de colores”. Las que te faltan en el cerebro, pensé yo…
“Estoy pensando…”, comenzó a decir…
Y cuando una frase de tu cuñado empieza por “estoy pensando”, sólo tienes dos opciones: salir huyendo o rezar para que el 061 no esté comunicando. Dado que no tenía la más mínima intención de salir huyendo de mi propia casa (y mucho menos con él dentro, que eso no hay seguro que lo cubra), me senté cerca del teléfono y le dije:
“Seguro que me arrepiento de esto, pero… ¿qué estás pensando… mientras dejas tus legañas en mi sofá?, ¡cacho guarro!”
“Que hacemos muy buen equipo…”
“¿Quiénes? ¿El sofá y tú?... Efectivamente, sois inseparables”
“Me refiero a ti y a mí…”
Si en ese momento me llegan a hacer un electrocardiograma me sale el mismo resultado que a la mandíbula de un esqueleto encontrado en Atapuerca.
Ante mi falta de reacción, mi cuñado empezó a poner cara como de haberse comido el limón del cubata. Era su forma de hacerme ver que estaba a punto de ponerse a llorar… ¿De la emoción?... Si no lo conociera…
“No pienso prestarte veinte euros. Con lo que ya me debes podría comprar el Bernabeú, la plantilla del Real Madrid al completo y parte de la Castellana… Y me sobraría para reponer todas las botellas de ron que te has bebido en esta casa…”
Los efectos del sabor a limón desaparecieron de su rostro. Se levantó como buenamente pudo del sofá tras desembarazarse de los cojines entre los que se había acomodado, se dirigió hacia la puerta de entrada (y de salida, afortunadamente) bajo mi atenta mirada y, sin despedirse, se marchó. Cuando regresé al salón comprobé que me faltaban el paquete de tabaco y el mechero.
“Soy un prófugo de la justicia… Soy Thelma y Louise…”
“Mira, so animal… El hecho de que desperdiciara media tarde de mi vida tratando de que comprendieras que Ramón y Cajal no eran dos personas, no quiere decir que ese ejemplo sea universal y se aplique a todo lo que tenga una “y” en medio… ¿Pero tú sabes, alma de cántaro, quiénes eran Thelma y Louise?... No te haces ni idea de cómo me gustaría que tú acabaras igual… Pero con la mala suerte que tengo, seguro que el coche era el mío”
“Vale, pero me sigue doliendo el ojo. ¿Queda ron?”
Quedaba ron, por supuesto. Estaba bien escondido pero quedaba ron. Lo iba a necesitar porque la paciencia la tenía ya agotada desde hacía tiempo…
“Queda ron, por supuesto. En el bar de abajo. Con un poco de suerte, y ese encanto personal que te caracteriza, lo mismo hasta te invitan un par de señores muy simpáticos que visten de uniforme… Y si realmente eres Thelma y Louise, sal de mi casa por la ventana, que sólo es un tercer piso…”
Si algo tiene de bueno mi cuñado es que sabe perfectamente cuándo tiene que largarse de los sitios. Pero si algo tiene de malo es que no se hace ni puñetero caso ni a sí mismo. Así que se recostó en el sofá y palpándose el ojo hinchado se pasó un buen rato riendo porque decía que cuando se apretaba veía “lucecitas de colores”. Las que te faltan en el cerebro, pensé yo…
“Estoy pensando…”, comenzó a decir…
Y cuando una frase de tu cuñado empieza por “estoy pensando”, sólo tienes dos opciones: salir huyendo o rezar para que el 061 no esté comunicando. Dado que no tenía la más mínima intención de salir huyendo de mi propia casa (y mucho menos con él dentro, que eso no hay seguro que lo cubra), me senté cerca del teléfono y le dije:
“Seguro que me arrepiento de esto, pero… ¿qué estás pensando… mientras dejas tus legañas en mi sofá?, ¡cacho guarro!”
“Que hacemos muy buen equipo…”
“¿Quiénes? ¿El sofá y tú?... Efectivamente, sois inseparables”
“Me refiero a ti y a mí…”
Si en ese momento me llegan a hacer un electrocardiograma me sale el mismo resultado que a la mandíbula de un esqueleto encontrado en Atapuerca.
Ante mi falta de reacción, mi cuñado empezó a poner cara como de haberse comido el limón del cubata. Era su forma de hacerme ver que estaba a punto de ponerse a llorar… ¿De la emoción?... Si no lo conociera…
“No pienso prestarte veinte euros. Con lo que ya me debes podría comprar el Bernabeú, la plantilla del Real Madrid al completo y parte de la Castellana… Y me sobraría para reponer todas las botellas de ron que te has bebido en esta casa…”
Los efectos del sabor a limón desaparecieron de su rostro. Se levantó como buenamente pudo del sofá tras desembarazarse de los cojines entre los que se había acomodado, se dirigió hacia la puerta de entrada (y de salida, afortunadamente) bajo mi atenta mirada y, sin despedirse, se marchó. Cuando regresé al salón comprobé que me faltaban el paquete de tabaco y el mechero.
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9 comentarios:
jajajajaja, pequeña perdida para unos minutos de tranquilidad XD Saúdos e apertas meu :)
Thelma y Louise no se si se prestarían a una cita sorpresa con tu cuñado. Al menos no antes de tirarse por el barranco.
Eduardo,
He visto tus comentarios por otros blogs y tienes mucho ingenio, si no recuerdo mal creo que he saltado del de Miguel Baquero, a quien por cierto he descubierto hace poco también, bueno teniendo en cuenta que como bloguera casual, llevo poco más de mes y medio, lo de poco tiempo es excesivo.
En fin que yo tiendo siempre a enrollarme como las persianas.
Que me ha encantado la historia de tu cuñado.
¡Santa paciencia vas a tener con él si de verdad existe!
Hoy ya es muy tarde pero si recuero el camino volveré y leeré otros capítulos.
Ha sido un placer
Un abrazo.
An, minutos de oro!!! :-)
Comentario suprimido, nos has dejado con las ganas... ;-)
Food, y si lo hicieran, también se acabarían tirando... ;-)
María, muchas gracias por tu comentario. Estaré encantado de que vuelvas pronto ;-) Besos
Creo que has herido a tu cuañdo en lo más hondo... en su caso en el bolsillo.
Uno, lo más hondo que tiene mi cuñado es un agujero en la cara fruto de una postilla de la varicela arrancada... ;-)
Mi primera impresión es que tu cuñado es una víctima... pero es que me quedé en el primer capítulo. Tendré que leerme el resto como si de un flashback se tratara. :P :P
Ya tengo lectura de verano: ponerme al día con las andanzas del hermano de tu parienta. :P
Un abrazo.
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