El mago me
eligió de entre todo el público para meterme en aquella caja y cortarme con un
serrucho por la mitad. En el último momento, viendo mi cara de pánico, me
ofreció cambiar el truco y hacerme, simplemente, desaparecer. No lo dudé y
acepté el trato.
Lo siguiente que recuerdo es la visión del patio de butacas desde el interior de una chistera y unas ganas enormes de comer lechuga.
7 comentarios:
:))))'
Tal y como están las cosas, hasta le hizo un favor. Y, ya siendo conejo, mejor estar en una chistera que en una olla.
Besos
Te evitas la mascarilla, pero cuidado con la mixomatosis.
Saludos.
Nadie es perfecto, claro... :-)
Esto está llegando a su fin, amigos...
¿Te quedan dos para 200?
¿Tú dirás?
:/'
Sacto. Quedan dos para el 200... y para el final....
Eduardo, doy por hecho que te refieres al final del libro, pero que ya tienes algo nuevo preparado.
;)
Publicar un comentario