27 agosto 2006

Tiempo de descuento

Cada vez queda menos tiempo para que la fatídica fecha de regreso al trabajo se te aparezca no sólo en tus pesadillas. Y para ir preparando la rentreé, que en inglés no se dice jet-lag pero tiene los mismos síntomas, empiezas a buscar en los periódicos la actualidad de la que has estado huyendo en las últimas semanas. Este año, abrir los periódicos en agosto está siendo como abrir la puerta del cuarto de baño de casa de tu novia y encontrarte a su abuela duchándose. No se lo recomiendo a nadie...

Como no me gusta estropear el final de las películas, tampoco quisiera amargaros el final de las vacaciones, por lo que correré un tupido velo (quien ponga un negocio de tupidos velos se forra) por los detalles más escabrosos de las portadas nacionales (incendios, cayucos, guerras, etc…) y me centraré en dos noticias que, a buen seguro, y si el PP no se opone demasiado, cambiarán el rumbo de nuestras futuras grabaciones caseras de video.

En primer lugar, todos los que tenemos títulos nobiliarios estamos preocupados por la facilidad con la que la comunidad científica despoja de sus títulos y categoría a cualquiera que se mueve mínimamente en la foto. Ahora resulta que Plutón, nuestro Plutón de toda la vida, ya no es un planeta, que le hemos bajado de categoría. Vale que está lejos… Vale que igual no lo habita nadie porque en agosto ya se sabe… Pero quitarle el título así, sin avisar… ¿Te imaginas que al Atlético de Madrid le dicen de buenas a primeras y en pleno agosto “pues ya no juegas más en la Liga de las Estrellas: tú, a Segunda, con los asteroides” (no confundir con los “esteroides”, más propios del ciclismo)?. Ya puestos, preferiría que el título de Planeta se lo hubieran quitado a Camilo José Cela, que dicen que su novela “La cruz de San Andrés” la escribió un negro que se hacía llamar Ana Rosa Quintana, o algo así, tampoco me hagas mucho caso…

Y en segundo lugar, estoy convencido de que este ha sido el último año en que los habituales de la playa han podido disfrutar de las olas algunos días. A partir del año que viene, la indiscriminada invasión de nuevas urbanizaciones medirá sus fuerzas cara a cara con la indiscriminada invasión de medusas. ¿El trofeo?: la conquista de la playa. Por un lado nos amenazarán los balcones y terrazas de apartamentos rebosantes de toallas colgadas sobre la barandilla y toldos extendidos con sus estridentes colores. Por el otro, unos bichos disfrazados de paracaídas nos esperarán sumergidos afilando sus devastadoras agujas cargadas de pimientos del Padrón o similar (que unos pican y otros más). La especulación urbanística crece y se acerca cada vez más al mar. Por su parte, éste también crece y sube de nivel lentamente pero sin pausa. Y nosotros, en medio, tan sólo podremos preguntarnos a qué demonios espera el dueño del chiringuito para abrir, ¡¿no ve que estamos rodeados?!

La cuenta atrás ha comenzado… Lo peor está por llegar…

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