Mi cuñado sostiene la teoría de que los chinos, para ligar, en vez de guiñar un ojo, lo abren… Por este y otros muchos precedentes de similar calibre, yo insisto en reclamar la incapacidad laboral permanente como sudocu: sufridor del dolor de cuñado.
Ayer le comenté que un español había conseguido el maillot amarillo este año. No mostró mayor alegría que la que enseñan los percebes desde su caja de corcho en el mostrador de una pescadería. Para él, el maillot amarillo es un personaje de los Simpsons… “No sé de qué te alegras… Es normal… Si la película viene a España, lo lógico es que cojan a actores españoles, ¿no?...” Y sentencia: “Como Woody Allen”… Hasta hace un mes, pensaba que Woody Allen era un personaje de dibujos animados (“Con ese nombre, ¿qué otra cosa puede ser?”). Hoy le parece un director “de cultos”.
Mi cuñado siempre ha veraneado en su propia casa. “Donde esté la paella que hace mi mujer, que se quite Palencia entera”, Sí, sí, dice “Palencia entera”, no Valencia… Veranea en su propia casa y en cualquier apartamento en la costa que haya alquilado cualquier miembro de la familia. Cuando muera, su epitafio también será: “pasaba por aquí, me pillaba de camino”.
Sin embargo, por algún extraño motivo que nadie ha sido todavía capaz de descubrir, este año había reservado su propio apartamento durante todo el mes de agosto. Y, para mayor alegría de todos los sudocus, bien lejos: en Canarias. En el pueblo de Mogán, concretamente… O sea, que lo tengo viviendo aquí conmigo hasta, mínimo, el día quince. Yo sí que estoy quemado.
De esta forma, mi cuñado se ha convertido en un okupa de mi apartamento. Ahora es un “kuñado”. Y yo, por tanto, un “sudoku”. Con la diferencia de que a mí no me cuadran los números. El hombre se pasa todas las mañanas contando su desgracia en el chiringuito de la playa: “Ya ves, tres mil euros de reserva que no recupero al ser desgracia natural”, “Ya ves, para un año que ahorro un dinerito, me quedo sin vacaciones”. Y cuando aparezco yo, a media mañana, a leer los periódicos:
“Hay que ver tu cuñado, qué mala suerte, se ha quedado sin vacaciones”
“¡El que se ha quedado sin vacaciones soy yo, que le tengo que aguantar quince días!”
“Como ha dicho que no tiene dinero, pobrecito, he apuntado sus consumiciones en tu cuenta…”
Ya te digo: no me cuadran los números. ¿Cómo se puede llevar tres días en la playa y haberse bebido ocho copas de anís antes de las once de la mañana si no te dedicas al gremio de la construcción? ¿Qué necesidad tienes de mezclar el anís con las tostadas de sobrasada si el resultado no vas a utilizarlo luego para tu trabajo en la construcción?
Pues ya ven, este es mi plan de vacaciones: a un lado de la playa, mi cuñado dilapidando mis ahorros en el chiringuito; y al otro lado, una invasión de medusas tan grande que parece que han coincidido todas en la operación salida. Por las mañanas, cuando el sol aprieta, me parece ver que son sirenas que mueven sus brazos y, con alegres y sugerentes cánticos (tipo “las medusas, los micrófonos, las sirenas, los micrófonos”), me animan a que me vaya con ellas. Y me están convenciendo…
6 comentarios:
una vez me pico una medusa y creo que se murio ...algunos tenemos un contacto benenoso para ellas, prueba a meter de ariete a tu cuñado :P Muy bueno amigo
Si al final resulta que no son sirenas, te hago caso y meto al cuñao. De ariete o por la banda, pero lo meto fijo :-) Abrazos
Espléndida serie, amigo. Si son así todas, espero que cumplas tus amenazas.
Haremos lo que podamos, amigo antonio ;-)
uyyy que si mi hermana se hubiese casado con un idiota asi....dudaria de la capacidad de ella....
No hagas caso, mundos, ni se te ocurra perder el tiempo dudando: sal por patas! huye!
Publicar un comentario