Por si les sirve de ayuda a los paleontólogos e investigadores de Atapuerca, esta es la composición completa del equipaje que mi cuñado preparó para lo que él pensaba que iban a ser quince días de vacaciones en mi apartamento de la playa (cualquier parecido con un ser anterior al homo sapiens no es coincidencia sino todo lo contrario, es el eslabón perdido):
1 bañador (me atrevería a definir como “de cuello alto”)
1 par de chanclas que pudieron ser modernas en los años cuarenta del siglo XVI
1 par de calcetines blancos
Sí, amigos, si han tenido una visión de todos los elementos anteriores colocados en el cuerpo de la misma persona y al mismo tiempo, enhorabuena, ya tienen una idea más que formada de cómo es mi cuñado. Prosigo:
1 calcetín negro (no, no es errata: un calcetín, no un par)
1 ejemplar de la revista “Diezydiez” (especializada en relojes de pulsera), concretamente, el número de diciembre
1 camiseta interior blanca de tirantes (aunque lo de “interior” no adquiera ningún significado concreto para él)
1 camisa de manga corta con estampado de flores de múltiples colores (ideal para camuflarte dentro de una ensalada tropical; no se me ocurre otro uso)
1 visera negra con el logotipo de ron Bacardí que él se cree que es de Batman
2 palas de plástico y 1 pelota de goma como masticada (para jugar contra su propia sombra, porque lo que es conmigo…)
1 bolígrafo con el logotipo de una entidad bancaria ya desaparecida (para hacer los pasatiempos de los periódicos que compraré yo, por supuesto)
1 libreta pequeña para escribir “lo que se me vaya ocurriendo, en plan diario” (la compró en 1998 y está sin estrenar, no te digo más)
1 gafas de sol marca “Raivan”
Fin del equipaje. ¿Tú has leído en la lista anterior algo como “ropa interior para cambiarse”? ¿Y “neceser completo de aseo” o similar? ¿Has visto algo parecido a “pantalones” aunque fueran cortos? Pues eso...
¿Y si te digo que todo esta lista de cosas venía repartida en dos bolsas de plástico de una conocida cadena de supermercados? (no doy el nombre por no hacerle publicidad gratuita a Carrefour) Pues eso…
Metí sus bolsas en el maletero junto a nuestro equipaje… Comprobé que llevaba el talonario de cheques-gasolina para no perder tiempo en el pago… Y arranqué el coche…
Ese iba a ser el principio de su fin… O, al menos, eso pensaba yo…
FIN DE LA PRIMERA PARTE
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1 bañador (me atrevería a definir como “de cuello alto”)
1 par de chanclas que pudieron ser modernas en los años cuarenta del siglo XVI
1 par de calcetines blancos
Sí, amigos, si han tenido una visión de todos los elementos anteriores colocados en el cuerpo de la misma persona y al mismo tiempo, enhorabuena, ya tienen una idea más que formada de cómo es mi cuñado. Prosigo:
1 calcetín negro (no, no es errata: un calcetín, no un par)
1 ejemplar de la revista “Diezydiez” (especializada en relojes de pulsera), concretamente, el número de diciembre
1 camiseta interior blanca de tirantes (aunque lo de “interior” no adquiera ningún significado concreto para él)
1 camisa de manga corta con estampado de flores de múltiples colores (ideal para camuflarte dentro de una ensalada tropical; no se me ocurre otro uso)
1 visera negra con el logotipo de ron Bacardí que él se cree que es de Batman
2 palas de plástico y 1 pelota de goma como masticada (para jugar contra su propia sombra, porque lo que es conmigo…)
1 bolígrafo con el logotipo de una entidad bancaria ya desaparecida (para hacer los pasatiempos de los periódicos que compraré yo, por supuesto)
1 libreta pequeña para escribir “lo que se me vaya ocurriendo, en plan diario” (la compró en 1998 y está sin estrenar, no te digo más)
1 gafas de sol marca “Raivan”
Fin del equipaje. ¿Tú has leído en la lista anterior algo como “ropa interior para cambiarse”? ¿Y “neceser completo de aseo” o similar? ¿Has visto algo parecido a “pantalones” aunque fueran cortos? Pues eso...
¿Y si te digo que todo esta lista de cosas venía repartida en dos bolsas de plástico de una conocida cadena de supermercados? (no doy el nombre por no hacerle publicidad gratuita a Carrefour) Pues eso…
Metí sus bolsas en el maletero junto a nuestro equipaje… Comprobé que llevaba el talonario de cheques-gasolina para no perder tiempo en el pago… Y arranqué el coche…
Ese iba a ser el principio de su fin… O, al menos, eso pensaba yo…
FIN DE LA PRIMERA PARTE
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