La fiesta en el camarote de los Cruz se alargó todavía una hora más…
El vecino de abajo, ajeno al barullo, se pimpló él solito media botella de ron. Sin embargo, no quise detenerlo. Bastante tendría con lo que se iba a encontrar en su casa cuando bajara. Prefería que pensara que todo era producto de una alucinación etílica. Sin embargo, sigo sin comprender cómo pudo acabar insultando a gritos a un libro de Nick Hornby que tenía en las estanterías… ¿Sería por el título, “31 canciones”, y que no podía escucharlas por mucho que pasara las páginas?...
El representante del seguro salió por la puerta limpiándose el sudor de la calva con un pañuelo, con la corbata aflojada y murmurando un “no puedo con este tío” referido, obviamente, a mi cuñado…
Los fontaneros habían desaparecido. En el espejo del cuarto de baño habían pegado un post it que decía “Nos hemos ido a desayunar”. Unos vagos, lo que yo te diga, pero unos vagos muy profesionales…
Y cuando mi cuñado trató de huir camuflado entre las anchas espaldas de los bomberos, le agarré por los tirantes y le dije “Tú te quedas, que tienes que limpiar todo este desaguisado”. A lo que él, con la tranquilidad que genera la ausencia de neuronas en activo, me contestó: “Vale, pero primero nos vamos de vacaciones y damos tiempo a que esto se seque un poco, que está muy reciente todavía”…
¿Saben ustedes la atracción esa que ponen en los centros comerciales y que consiste en un juego de gomas y extensores donde sujetar a un niño para que dé saltos sobre una cama elástica? Pues estoy convencido de que mi cuñado robó una de esas atracciones para hacerse los tirantes… Él asegura que son de marca, pero yo las únicas marcas que les veo son de grasa. Parecen la pizarra de un bar de tapas (chorizo, melva con pimientos, boquerones en vinagre…) Por un momento dudé si la camorra italiana admitiría los tirantes como arma homicida, pero me dieron tanto asco que lo descarté…
“Está bien”, le dije, “primero, nos vamos de vacaciones. Pero ya te adelanto que tendremos que parar en una gasolinera, que tengo el depósito del coche medio vacío”…
“Por mí, vale”, contestó, “y así aprovechamos y compramos unas cassettes para amenizar el viaje”…
Unas cassettes… En ese momento, mi cuñado ni siquiera era capaz de sospechar que iba a tener todo el verano para hartarse de elegir “cassettes”. Se acercaba el ansiado y mágico día en el que mi plan de dejarlo abandonado en una gasolinera iba a hacerse realidad…
El vecino de abajo, ajeno al barullo, se pimpló él solito media botella de ron. Sin embargo, no quise detenerlo. Bastante tendría con lo que se iba a encontrar en su casa cuando bajara. Prefería que pensara que todo era producto de una alucinación etílica. Sin embargo, sigo sin comprender cómo pudo acabar insultando a gritos a un libro de Nick Hornby que tenía en las estanterías… ¿Sería por el título, “31 canciones”, y que no podía escucharlas por mucho que pasara las páginas?...
El representante del seguro salió por la puerta limpiándose el sudor de la calva con un pañuelo, con la corbata aflojada y murmurando un “no puedo con este tío” referido, obviamente, a mi cuñado…
Los fontaneros habían desaparecido. En el espejo del cuarto de baño habían pegado un post it que decía “Nos hemos ido a desayunar”. Unos vagos, lo que yo te diga, pero unos vagos muy profesionales…
Y cuando mi cuñado trató de huir camuflado entre las anchas espaldas de los bomberos, le agarré por los tirantes y le dije “Tú te quedas, que tienes que limpiar todo este desaguisado”. A lo que él, con la tranquilidad que genera la ausencia de neuronas en activo, me contestó: “Vale, pero primero nos vamos de vacaciones y damos tiempo a que esto se seque un poco, que está muy reciente todavía”…
¿Saben ustedes la atracción esa que ponen en los centros comerciales y que consiste en un juego de gomas y extensores donde sujetar a un niño para que dé saltos sobre una cama elástica? Pues estoy convencido de que mi cuñado robó una de esas atracciones para hacerse los tirantes… Él asegura que son de marca, pero yo las únicas marcas que les veo son de grasa. Parecen la pizarra de un bar de tapas (chorizo, melva con pimientos, boquerones en vinagre…) Por un momento dudé si la camorra italiana admitiría los tirantes como arma homicida, pero me dieron tanto asco que lo descarté…
“Está bien”, le dije, “primero, nos vamos de vacaciones. Pero ya te adelanto que tendremos que parar en una gasolinera, que tengo el depósito del coche medio vacío”…
“Por mí, vale”, contestó, “y así aprovechamos y compramos unas cassettes para amenizar el viaje”…
Unas cassettes… En ese momento, mi cuñado ni siquiera era capaz de sospechar que iba a tener todo el verano para hartarse de elegir “cassettes”. Se acercaba el ansiado y mágico día en el que mi plan de dejarlo abandonado en una gasolinera iba a hacerse realidad…
---------------------
17 comentarios:
¡Ummm!, has urdido un plan calculado y siniestro pero… ¡no te relajes! que en estos menesteres él te lleva ventaja, a ver si te lo vas a encontrar de nuevo en el coche, más todos los cassettes del Fary, Camela, Los Changuitos…
Ay, ay, ay... que me gustaba a mí eso de los casettes de las gasolineras. Qué pena de bonitas tradiciones perdidas...
Introspección, si sólo fuera eso... ;-)
Merce, todavía quedan algunas, aunque las más modernas ya los han sustituidos por cd's (eso sí, de los mismos cantantes estrafalarios :-)
Nada, pues todos a leer "Cómo ser buenos"!
Creo que ponen unas multas de órdago por dejar animales abandonados en la carretera
;-)
Edurne, que conste que yo noy el agente de Nick en España, ¿eh?... :-D
Food, muy bien, tú ponme pegas... ;-)
jajaajajajajja, hoy mi piso,..bueno el del arrendador, quedo como describes el tuyo...a ver si mañana arreglo la labadora. Abandonar a tu cuñado...ten cuidado...ten cuidado, que te pueden multar, no sabes que no se puede abandonar porquewria XD SAúdos e apertas meu
Estoy haciendo prácticas de taxidermia ,si quieres te lo puedotaxidermizar y disecar gratis,como es por aprender, y luego nos tomamos unas cervezas fresquitas pa celebrarlo.
Me refiero a tu cuñao
An, joé, vaya ánimos me das. Si lo de tu piso ha sido culpa de tu cuñado, dímelo y elevamos una propuesta al Gobierno de creación de una ONG "anticuñados"... ;-)
XX, dime lugar, fecha y hora. Las cervezas las pago yo!!! :-)
Jo jo jo, tío. Yo creo que, pese a todo, eres demasiado cruel. Vale que es un cuñado, pero de ahí a abandonarle en una gasolinera llena de casettes de Junco... Te has pasado, repito. Dale otra oportunidad
Miguel, se me ocurren cientos de cosas que darle antes que una oportunidad... ;-)
Tú cuñado es de lo más ecológico, como sabe ahorrar esfuerzos el "condenao".
No has alcanzado el refinamiento de Sade ni por asomo.
Al abandonar a tu cuñado en la gasolinera se va a encontrar en su habitat natural. Rodeado de la atmósfera Camela, puede que hasta se reinvente llegue a ser tocagüitos profesional(más)si cabe.
En fin, yo que tú me pensaría lo de invitarlo a una excursión y "unas cañas" y perderlo en el museo Picasso o en el Reina Sofía.
O sin querer, se te olvida en cualquier espacio de "arte contemporáneo"...¡ y la palma!.
Uno, si un cactus es ecológico, entonces sí, es ecológico el cabrón... :-)
Fiebre, yo, con tal de quitármelo de encima, lo que haga falta... ;-)
¡¡Sin piedad!!
Sintagma, ¡y sin perdón!, ¡en plan Clint Eastwood! ;-)
Publicar un comentario