26 octubre 2018

#BEERNES 87 – PERDÓN POR LA TRISTEZA


Nunca dejaba flores junto a la lápida, pero no podía evitar llorar al leer su propio nombre en ella. 

5 comentarios:

d:D´ dijo...

Tus brelatos breves en síntesis corresponden con quién resume todo en tan poco, todo…pero dan pie al desarrollo de aventuras dialéctica en las que contar otras ajenas, partiendo de la tuyas. Al igual que mis fotos panorámicas… “Es la descriptiva fotográfica no resumida del paisaje”; son yo, en realidad.

Las lágrimas y las flores, contrariamente a las creencias populares son una contradicción que se marchitan antes por sus propias sales
El lema —dígalo se con flores, aunque muy romántico y, por lo tanto atún del rojo— es contradictorio y conlleva doble aspecto; circunstancia que algunos desean para algo del recuerdo y que otros como para recordar lo bien que te fuiste, podría contener escondidas malicias difíciles de intuir ajenamente.
En cambio, pienso que las lágrimas son la mayor sensación externa de ese dolor que, aquí, sí había una simbiosis de amor tan profundo que por gastar en algo consume lágrimas que (de dolor) hacen florecer estacionales hierbas y otras eflorescencias que el viento traslada sobre ella cada temporada renovando según la función del año tantas como variedades posibles haya a cada estación...y durante las primaveras lluviosas, al ser abonadas por los cuidadores, trompetas de muertos o cantarelos cibarios que representan un canto a al vida, incluso la transcendente...
Quién sabe, posiblemente, Las Lágrimas se suceden a cada visita, los ramilletes marchitan antes y los demás convecinos vivos siempre andarían con dimes y diretes. Es una buena opción de quién vive el amor al ser querido, aunque no sea una persona...
Y a veces a muchos de nuestros árboles monumentales familiares, que tratamos de visitar varias veces al año por saber que nuevos cuidados que alarguen su vida aletargada hacia nuevos descendientes: (dos de los gigantes que con más de ochocientos años están al fondo de “O carabello”)…y frente a un vetusto y aldeano “cimiterio” de cuatro escalones sobre el nivel de la carretera local que nos une con los otros lugares habitables.

Qué efímeros somos comparados con estos maderables matusalenes, en los que radica el mito y la sal de aquella otra desdichada y salada mujer de un ser en entredicho por su edad. Qué doLot de cabeza…

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Un deferente saludo :!´

Más claro, agua dijo...

Me gusta que mis textos provoquen estas reflexiones ;-)

Alís dijo...


Tomar conciencia de tu propia muerte (en vida o ya muerto) debe de ser un trago difícil. Las flores, así lo veo yo, son un consuelo, un acompañar, un gesto; las lágrimas traen el desahogo, el permitirnos la tristeza, habitarla, quedarnos en ella.
Tanto que dices en tan pocas palabras. ¡Me encantan tus relatos breves!

Un beso

Más claro, agua dijo...

Muchas gracias, Alís ;-)

b:Deíca-r dijo...

En fin y sin andarme por las ramas, como al inicio.
Esto, como aquel...tipo del seudomito del huerto de los olivos, al que nadie, ni él mismo, echaba flores, pero lloró, desconsoladamente, ante su nombre preescrito (qué no prescrito, pero luego sí...bueno hasta cierto punto)
Luego, después, dicen, echó unos tragos...tal cual se expresan desde *América del norte hacia abajo
[*México, Caribe, Selva Panameña, lancaudones...bueno, éste era una mezcla de homo-pájaro; algo así como esa tercera singularidad irreal que lo sostuvo durante la noche al susodicho]

Hubo lápida, sí, pero no al principio; antes bien o mal le dieron una somanta de palos, que luego, vuelven a decir, cargó

[Puede parecer irreverente mi punto de vista, pero pienso que hay un gran símil entre tu microrrelato contrariado y parte de esa seudohistoria del sol naciente que tergiversada en unas páginas son la tara con que en muchos lugares del mundo, sus ministros, cuando juran, antes lo hacen sobre palabras que dan una de cal y cuatro de arena, que por aquel otro (libro constituido) consensuado en actual sociedad] Y lo que es más gracioso, son los que más daño suelen hacer hacia los más desfavorecidos, pues se ciñen a pedir perdón de sus "errores" que para eso se inventaron cómo. Confesionarios.


En fin, al menos, vanidoso no parecía. Abuela debió tener, pero no se habla de ésta para nada. Conclusión, lo de las lágrimas nos pasa a todos; mafiosos incluidos que han debido verse en esquelas como aviso no traicionero. Quién avisa, se oye en el reflán, no judas


Bordepílogo inmarginado:
Los últimos *brelatos son caralludamente especiales y me gustan, como anormal que soy ante unas natillas de chocolate con nata arandina, pues tocan temas sociales que imaginaba, en algún momento, tendrías guardados en tu cabeza.
Vamos bien, de lujo; al menos por tu parte...
Seguimos adelante, meu
BreveA/brazo partido :)´