Cada vez que sonaba el teléfono en
casa, imaginaba que era un personaje creado por Paul Auster y que al otro lado
del aparato iba a sonar la voz de alguien que se había equivocado de número, lo
que me permitiría iniciar una nueva aventura llena de emociones como en sus
novelas.
La realidad es más inhóspita que
la ficción y ya sólo llaman a casa operadores de compañías telefónicas
queriendo sonsacarme información para poder ofrecerme una oferta que no podré
rechazar.
Desde hace tiempo he decidido dar la misma respuesta: “Yo es que no tengo teléfono”. Tras unos segundos de
incertidumbre subrayados por el silencio, desde el otro lado optan por repetirme
la oferta, dando por no escuchado mi comentario. “Insisto, que no tengo teléfono,
que me has llamado directamente al cerebro”. Y acabo preguntando “¿Tenéis
ofertas en telepatía?...”
He colgado el teléfono y en mi cerebro
ha sonado una oferta en telepatía que, efectivamente, no he podido rechazar. Pasaré
el resto de la tarde leyendo no a Paul Auster, sino a Philip K. Dick.
5 comentarios:
Mejor no cuento las ofertas que suenan en mi cerebro. Lo peor es que no hay modo de borrar el historial.
Me gustan mucho tus relatos, me gustan los beernes!
Beso
Gracias, Alís. Feliz beernes. Besos.
Cada día se dan menos casos de llamadas equivocadas
y, por inercia, las que son, las rechazas sin darte cuenta
El problema surge cuando el rechazo ocurre careciendo
de terminal. He ahí lo terminal del asunto.
Me lo haría ver
Ya sea lunes o jueves, estoy siempre deseando qué Beernes
escribes para leerlo.
Salud
Ojalá todos los días fueran beernes... ;-)
Jajajaj. Yo soy la chica de la limpieza o la que cuida a los bebés!! Y no miento del todo porque también lo hago.
Besicos muchos.
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