10 septiembre 2020

El final está cerca #195


Sonó el teléfono de casa y en la pantalla apareció iluminado el número de mi propio móvil, el cual había dejado en el lugar de costumbre hacía apenas dos minutos cuando llegué.

Descolgué extrañado y pronuncié un cauto “¿Dígame?”…

Era yo mismo, devolviéndome la llamada. Y es que el día anterior creí haber perdido el móvil y desde el fijo me hice una llamada para localizarlo por el sonido.

Al rato, todavía con el susto en el cuerpo, di de baja ambas líneas de teléfono.


4 comentarios:

Alís dijo...

Si hubiera respondido otra persona podrías decirte eso de "dile que no estoy".

No nos vendría mal llamarnos y conversar con nosotros mismos de vez en cuando

Besos

b:Deíca-r dijo...

Los "pepitos-grillo de algunos aparecen sin querer. Son como los (o)dioses que se instalan entre los largas faldas abotonadas y los oyen hablando por todos los medios.
Ten mucho cuidado, se empieza por ahí y se desconoce cómo acabas.

Tu brelato es cojonudo y terrorífico, pon cuidado no vaya ser que un día te llame, sin línea, para venderte un nuevo contrato con fútbol incluido.

Me recuerdas mucho a las carreteras de mi aldea. Como no circula nadie a la redonda, para poder saludar a alguien me suelo dar la vuelta y me saludo a mi mismo. Luego prosigo viaje.

Bienaventuradas las personas cuerdas que son autómatas porque de ellas es este mundo de locura, donde tú eres el rey


(Escribir en un móvil se me da muy mal y lento)

b:Deíca-r dijo...

Qué razón tiene Alís...

O como le pasó a Gila que hasta terminó cabreando a su interlocutor... :)))'

Más claro, agua dijo...

Cuánta razón tenéis.