Un equipo internacional de científicos acaba de descifrar el ADN de la abeja de la miel ¿Para qué? No nos consta. Se hacen llamar “Consorcio de Secuenciación del Genoma de la Abeja”, alias “El Consorcio”, antiguamente “Mocedades”, y afirman que este insecto es un modelo de estudio por sus complejas conductas sociales. Para eso podían haber investigado a Pocholo, que lo tenían más cerca…
Una vez descifrado su ADN, dicen, la pregunta que deben hacerse ahora es “cómo un animal con un cerebro que contiene sólo una millonésima parte de las neuronas que tiene el cerebro humano es capaz de realizar tareas e integrarse en un todo absolutamente armonioso”. Insisto en que en Pocholo están todas las respuestas…
Los científicos afirman, sin que se les escape la risa floja, que dentro de la colmena la abeja reina produce la descendencia y las abejas obreras trabajan, construyen nidos y cuidan las colonias. O sea, que los “Mocedades” acaban de descubrir lo que lleva años apareciendo en los dibujos animados y en el “Hola”, llámese Abeja Maya, llámese Infanta Leonor.
Por último, los autores del descubrimiento han elaborado un ranking entre todos los habitantes del planeta en función de sus habilidades sociales. En primer lugar aparecen los seres humanos (generalizando, para que nadie se sienta ofendido); en segundo lugar, las medusas denominadas “siphonophores”, de los Ophores de toda la vida; y en tercera posición, insectos como las hormigas, las termitas o las abejas. O sea, que en cualquier chiringuito de playa de la costa mediterránea tienes a lo más granado del planeta.
Lo más raro de todo es que el ser humano haya podido sobrevivir tanto tiempo en ese hábitat, con lo poco aconsejables que son las picaduras de medusas y abejas. Al final va a ser que la ensaladilla rusa del chiringuito tiene poderes inmunológicos. A ver si se animan los “Mocedades”, descubren el ADN de la ensaladilla y nos sacan de dudas…
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