14 mayo 2012

Mi primera comunión



Corrían los tiempos en los que el blanco y el negro eran los colores predominantes en las pantallas de los televisores de los españoles. Vestido de paisano, y a contracorriente de la inmensa mayoría de marineritos que me rodeaban, a pesar de ser pueblo de interior, me disponía a recibir mi primera comunión.

Unos meses antes, la catequista me eligió para que durante la ceremonia recitara una oración bastante más larga que el resto que les tocaron en gracia a mis compañeros. Semana tras semana, camino de la catequesis, ensayaba el recital ante mi madre, que me acompañaba premiando con sonrisas la buena entonación y disculpando, también con sonrisas, los errores y olvidos de alguna que otra estrofa.

El gran momento llegó y subí al altar. Me observaban cincuenta niños y sus respectivas familias. La expresión “miedo escénico” no la aprendí hasta muchos años después, por lo que pude recitar la oración (de la que no recuerdo ni una sola palabra) con fluidez y, me atrevería a decir, con sentimiento.

Al terminar, miré a los presentes satisfecho y esperando un clamoroso aplauso que no se produjo. Giré la cabeza hacia el sacerdote pidiendo una explicación y sólo obtuve de él un gesto que sugería que regresara a mi asiento, que el espectáculo debía continuar.

Y el espectáculo continuó, claro. Hasta que llegó el momento en que recibimos en el altar la sagrada forma. En mi segundo regreso a mi asiento, comprobé que todos mis compañeros se arrodillaban, se llevaban las manos a la cara y cerraban los ojos.

Yo hice lo mismo, llevándome las manos a la cara para tapar un dubitativo “¿y ahora qué hay que hacer?” que quería fugarse de mi boca. Cuando vi que algunos empezaban a levantarse, yo les imité agradeciendo el fin de la incertidumbre.

Entonces escuché la voz de mi madre a mi lado susurrando “¿Ya le has dado las gracias a Dios?”. “Por supuesto”, mentí.

Cuando fui consciente de que acababa de caer en el pecado de la mentira apenas unos segundos después de haber recibido a Cristo, pensé: “Joder, qué cagada”…

Y cuando fui consciente de que acababa de blasfemar en plena Casa de Dios, pensé: “Esto es un sinvivir. Yo abandono”.

Y así hasta hoy.

13 comentarios:

Anita Noire dijo...

Jajajaja, así estamos más de uno :)
Buenos días querido

W Ph Fogg dijo...

gracias a dios eres ateo!

Dyhego dijo...

Más claro:
Ser bueno es más difícil de lo que parece, jejeje.
Salu2.

Utopazzo dijo...

¡Jeje... si yo te contara, de casos con la iglesia...!

Lo bueno de todo, la suerte que tuviste, es que al menos, tu cuñado no andaba cerca de ti en ese momento... o tal vez habría que decir: "Yo he visto cosas, que vosotros no creeríais..."

Un cordial saludo.

Food and Drugs dijo...

En fin, el que más, el que menos, todos los niños sabíamos con certeza que si le sacabas al cura la lengua, este te daba una hostia.
;-)

DavidCT dijo...

"La expresión “miedo escénico” no la aprendí hasta muchos años después, por lo que pude recitar la oración (de la que no recuerdo ni una sola palabra) con fluidez y, me atrevería a decir, con sentimiento."

!qué acertado!

DavidCT dijo...

"La expresión “miedo escénico” no la aprendí hasta muchos años después, por lo que pude recitar la oración (de la que no recuerdo ni una sola palabra) con fluidez y, me atrevería a decir, con sentimiento."

!qué acertado!

Más claro, agua dijo...

Anita, me alegra verte siempre la primera de la mañana :-) Besos!

Fogg, sacto! :-)

Dyhego, imposible si nos atenemos a sus normas... ;-)

Utopazzo, si llega a estar mi cuñado por allí, la película El Exorcista parecería de Walt Disney... ;-)

Food, la letra de dios con sangre entra... ;-)

David, doblemente gracias ;-)

SARABEL dijo...

yo recuerdo esa escena, pero a mi se me olvido absolutamente todo.....

y me lo tuvieron que chivar.....jajajajaja

y sigo con mi miedo escenico.....|cosas del directo!

Anónimo dijo...

Hola, con todos mis respetos: ¿por qué no apostatáis todos de una psanta vez?

Más claro, agua dijo...

Mari Luz, sí, el directo es lo que tiene :-)))

Anónimo, como si fuera tan fácil...

Tere Marin dijo...

¡¡Parece que recorría esa etapa de mi vida!!solo que yo hice la comunión con vestido prestado nada menos que por Caritas....lo demás todo,todito igual que tú y habiéndome saltado la catequesis en varias ocasiones,(muy dificil de conseguir eso), por mi fama de "niña buena"...y ni mi madre ,ni el cura,ni la catequista se dieron cuenta.Claro que pensándolo bien¡¡no me hacían puto caso!!! jejeje...gracias por tu blog¡¡me encanta!!

Más claro, agua dijo...

Tere, me gusta comprobar que no soy el único que convirtió su primera comunión en la última :-) ¡Bienvenida!