Según la última encuesta del CIS, la profesión que más recomendarían los padres a sus hijos es la de médico. Por el contrario, la profesión menos valorada según los resultados de la encuesta sería la de militar. No sé qué opinarán al respecto los médicos militares…
De todos es bien sabido que no hay español en el mundo que sea sincero a la hora de responder a una encuesta. Fíjense, si no, en la cantidad de gente que afirma ser adicto a los documentales de animales de La 2. Son los mismos que no dejan de hablar de Cachuli, Paquirrín y Pipi que, oye, lo mismo también son nombres de animales y yo no estoy al tanto… La sinceridad brilla por su ausencia en nuestras respuestas y, en último caso, preferimos acogernos al manido no sabe / no contesta antes que reconocer que no llegamos a fin de mes, que no leemos más de un libro al año o que nos cae bien nuestro cuñado.
La preferencia paterna por la profesión de médico para su hijo sólo se entiende desde el egoísmo más extremo: es la única manera de conseguir recetas sin dar explicaciones. Claro que, por esa regla de tres, nos resultaría más útil y placentero preferir para nuestro hijo la profesión de gerente de puticlub, representante de Heineken en España o fotógrafo de Playboy…
Pero no: nosotros decimos médico, que queda muy bien delante del encuestador. Sin embargo, cuando nuestro hijo cumple los cinco años no le regalamos un fonendoscopio, sino una raqueta de tenis o un balón de fútbol. En el fondo lo que queremos es que nuestro hijo se convierta en el Rafa Nadal, en el Fernando Alonso o en el Fernando Torres del futuro. Y cuando se haya retirado del deporte en activo, que sea médico, militar o lo que le salga de las mismísimas narices, pero con la cuenta corriente con overbooking de cifras.
Mis padres siempre desearon que yo fuera economista. Pero en vez de regalarme a su tiempo una calculadora, los reyes magos dejaron junto a mis zapatos un disfraz de Robin Hood. Todavía lo conservo y me lo pongo cada vez que tengo que hacer la declaración de la renta, por aquello de quitar a los ricos y dárselo a los pobres. Pero no hay manera: siempre me sale a pagar. Si los reyes magos no hubieran metido la pata con la elección del regalo…
27 julio 2006
19 julio 2006
España planificará la próxima misión lunar de la NASA
Leemos en El País que la NASA ha decidido confiar en un equipo de ingenieros espaciales españoles la planificación de su próxima misión espacial a la Luna. ¿Y qué se nos ocurre proponer a los españoles? El FLEXPLAN!!! Es decir, dormir la siesta en el espacio.
La misión de la NASA es un programa bautizado con el nombre de Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), que en castellano no significa nada porque está escrito en inglés. Así no hay manera de ponerse de acuerdo… Por lo que se ve, con él pretenden levantar una topografía completa de la Luna. A todas luces una ardua tarea que requerirá que los expertos estén descansados, por lo que la idea de diseñar colchones espaciales para recuperar fuerzas es un acierto total.
El LRO llevará incorporado un instrumento para intentar averiguar la existencia de agua helada. De momento, los ingenieros españoles ya han diseñado un sistema que permita que el colchón espacial pueda llevar incorporado un botijo con agua fresca, porque si ya es un incordio levantarte en plena siesta para ir al frigorífico a por la botella de agua fría, imagínense cómo tendrá que ser organizar un alunizaje con la garganta seca y cientos de meteoritos amenazando con desplazarte las zapatillas varios kilómetros luz lejos de tu cama espacial.
El satélite también se encargará de tomar medidas de temperatura en toda la Luna. Para ello, el Flexplan contará con un pequeño agujero en uno de sus laterales por donde el astronauta podrá sacar el dedo gordo del pie y evaluar si en el exterior hace frío, mucho frío o, por el contrario, ya puede retirar el edredón nórdico de plumas de pato.
El objetivo de la misión, según termina el artículo de El País, es ir acumulando datos cara a posibles misiones futuras tripuladas en la Luna. Nuestro astronauta más universal, valga la redundancia, Pedro Duque, no ha podido hacer declaraciones al respecto porque se encontraba entrenando para esta misión y su madre no quería despertarlo…
La misión de la NASA es un programa bautizado con el nombre de Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), que en castellano no significa nada porque está escrito en inglés. Así no hay manera de ponerse de acuerdo… Por lo que se ve, con él pretenden levantar una topografía completa de la Luna. A todas luces una ardua tarea que requerirá que los expertos estén descansados, por lo que la idea de diseñar colchones espaciales para recuperar fuerzas es un acierto total.
El LRO llevará incorporado un instrumento para intentar averiguar la existencia de agua helada. De momento, los ingenieros españoles ya han diseñado un sistema que permita que el colchón espacial pueda llevar incorporado un botijo con agua fresca, porque si ya es un incordio levantarte en plena siesta para ir al frigorífico a por la botella de agua fría, imagínense cómo tendrá que ser organizar un alunizaje con la garganta seca y cientos de meteoritos amenazando con desplazarte las zapatillas varios kilómetros luz lejos de tu cama espacial.
El satélite también se encargará de tomar medidas de temperatura en toda la Luna. Para ello, el Flexplan contará con un pequeño agujero en uno de sus laterales por donde el astronauta podrá sacar el dedo gordo del pie y evaluar si en el exterior hace frío, mucho frío o, por el contrario, ya puede retirar el edredón nórdico de plumas de pato.
El objetivo de la misión, según termina el artículo de El País, es ir acumulando datos cara a posibles misiones futuras tripuladas en la Luna. Nuestro astronauta más universal, valga la redundancia, Pedro Duque, no ha podido hacer declaraciones al respecto porque se encontraba entrenando para esta misión y su madre no quería despertarlo…
18 julio 2006
El Alzamiento del Enano
Dicen del que tiene mala suerte que si pone un circo le crecen los enanos. En España pusimos una república y el enano se nos creció provocando, naturalmente, un alzamiento.
El enano, suponemos que para contrarrestar su complejo de altura, se hacía llamar Generalísimo. Según el Diccionario de la RAE, que junto con las páginas amarillas es el único libro que nunca contará con su adaptación al cine, “General” es un adjetivo que significa “común, frecuente, usual”. Generalísimo, por tanto, sería el más común, el más frecuente, el más usual del mundo. Como para echarse a temblar si el personaje éste fuera lo más frecuente del mundo…
Para la generación de la televisión en color, el Comunísimo hizo una cosa bien: morirse en día laborable. Así conseguimos por la patilla tres días sin colegio.
Para la generación del tinto peleón con casera, el Enanísimo hizo una cosa bien: morirse, directamente. Así pudieron probar el champán sin preocuparse de lo que supondría el gasto en su maltrecha economía doméstica.
Para la generación de la imprenta clandestina, el Frecuentísimo hizo una cosa bien: dejar vivita y coleando a toda una caterva de herederos de su misma calaña. Así no tuvieron que jubilar precipitadamente sus rudimentarias rotativas.
Y para la generación de la PlayStation, el Usualísimo hizo una cosa mal: dejarse un bigotillo similar al de Hitler, al de Chaplin y al de José María Aznar. Así no había manera de distinguir a un dictador de un hombre que provocaba la risa en cualquiera de sus apariciones públicas. Es lo que tiene el actual sistema educativo… O no.
El enano, suponemos que para contrarrestar su complejo de altura, se hacía llamar Generalísimo. Según el Diccionario de la RAE, que junto con las páginas amarillas es el único libro que nunca contará con su adaptación al cine, “General” es un adjetivo que significa “común, frecuente, usual”. Generalísimo, por tanto, sería el más común, el más frecuente, el más usual del mundo. Como para echarse a temblar si el personaje éste fuera lo más frecuente del mundo…
Para la generación de la televisión en color, el Comunísimo hizo una cosa bien: morirse en día laborable. Así conseguimos por la patilla tres días sin colegio.
Para la generación del tinto peleón con casera, el Enanísimo hizo una cosa bien: morirse, directamente. Así pudieron probar el champán sin preocuparse de lo que supondría el gasto en su maltrecha economía doméstica.
Para la generación de la imprenta clandestina, el Frecuentísimo hizo una cosa bien: dejar vivita y coleando a toda una caterva de herederos de su misma calaña. Así no tuvieron que jubilar precipitadamente sus rudimentarias rotativas.
Y para la generación de la PlayStation, el Usualísimo hizo una cosa mal: dejarse un bigotillo similar al de Hitler, al de Chaplin y al de José María Aznar. Así no había manera de distinguir a un dictador de un hombre que provocaba la risa en cualquiera de sus apariciones públicas. Es lo que tiene el actual sistema educativo… O no.
17 julio 2006
Don José
Me han contado (y que quede bien claro desde el principio: me lo han contado) que existe un afamado puticlub en las afueras de Granada cuya historia merece quedar reflejada en una revista de prestigio como ésta.
Resulta que el dueño del negocio, un hombre de rectas convicciones empresariales, lejos de bordear la ley como ocurre habitualmente en este tipo de locales, quiso desde un primer momento cumplir con todos los requisitos reglamentarios de apertura de local. Para ello se fue al ayuntamiento a presentar su solicitud debidamente cumplimentada y el funcionario de turno, al leer la casilla “Actividad de la empresa”, se llevó tres semanas santigüándose y lavándose las manos con agua bendita por haber tocado con sus dedos aquel blasfemo impreso. Corrían los años sesenta, con eso te lo digo todo.
Nadie quería hacerse cargo de aquel marrón y el pobre empresario tuvo que deambular durante meses de ventanilla en ventanilla sin obtener resultados positivos para su negocio. Hasta que un buen día, harto de tanta burocracia, se personó en el despacho del Secretario del ayuntamiento y le expuso su caso. El Secretario, Don José, un hombre razonable y conocido por ello en toda la ciudad, le puso el sello necesario sobre la marcha y el empresario pudo abrir el local ese mismo día.
“En agradecimiento”, le dijo el empresario, “quiero invitarle a que se dé una vuelta por allí. Yo corro, por supuesto, con todos los gastos”
“Se lo agradezco”, contestó Don José, “pero soy un hombre casado, católico y practicante, y no estaría nada bien que me vieran por allí. ¿Qué diría la gente? ¿Y qué diría mi mujer?…”
“Está bien, lo entiendo, pero yo tengo que hacer algo por usted”.
Y al empresario no se le ocurrió mejor cosa que llamar a su club de alterne “Don José”. Se pueden imaginar lo que dijo la gente... Y se pueden imaginar lo que dijo su mujer…
También me han contado que las dos trabajadoras con más fama del local son Mamen (especialista en la técnica del francés) y Valentine (especialista en ponerte güisqui de garrafón). Y que el local tuvo tanto éxito que pronto hubo un Don José II, un Don José III, etc., de tal forma que a día de hoy Don José le hace la competencia al Papa Benedicto en lo que a numeración se refiere.
Por último, me han contado que la semana pasada me dejé allí olvidada mi cartera con toda la documentación. Me han contado que recompensaré generosamente a quien me la haga llegar a la mayor brevedad.
Y por si mi mujer está leyendo esto, terminaré con una cita de un clásico: “No le des más vueltas, cariño, todo lo que aquí has leído es producto de tu imaginación” (Anthony Blake).
Resulta que el dueño del negocio, un hombre de rectas convicciones empresariales, lejos de bordear la ley como ocurre habitualmente en este tipo de locales, quiso desde un primer momento cumplir con todos los requisitos reglamentarios de apertura de local. Para ello se fue al ayuntamiento a presentar su solicitud debidamente cumplimentada y el funcionario de turno, al leer la casilla “Actividad de la empresa”, se llevó tres semanas santigüándose y lavándose las manos con agua bendita por haber tocado con sus dedos aquel blasfemo impreso. Corrían los años sesenta, con eso te lo digo todo.
Nadie quería hacerse cargo de aquel marrón y el pobre empresario tuvo que deambular durante meses de ventanilla en ventanilla sin obtener resultados positivos para su negocio. Hasta que un buen día, harto de tanta burocracia, se personó en el despacho del Secretario del ayuntamiento y le expuso su caso. El Secretario, Don José, un hombre razonable y conocido por ello en toda la ciudad, le puso el sello necesario sobre la marcha y el empresario pudo abrir el local ese mismo día.
“En agradecimiento”, le dijo el empresario, “quiero invitarle a que se dé una vuelta por allí. Yo corro, por supuesto, con todos los gastos”
“Se lo agradezco”, contestó Don José, “pero soy un hombre casado, católico y practicante, y no estaría nada bien que me vieran por allí. ¿Qué diría la gente? ¿Y qué diría mi mujer?…”
“Está bien, lo entiendo, pero yo tengo que hacer algo por usted”.
Y al empresario no se le ocurrió mejor cosa que llamar a su club de alterne “Don José”. Se pueden imaginar lo que dijo la gente... Y se pueden imaginar lo que dijo su mujer…
También me han contado que las dos trabajadoras con más fama del local son Mamen (especialista en la técnica del francés) y Valentine (especialista en ponerte güisqui de garrafón). Y que el local tuvo tanto éxito que pronto hubo un Don José II, un Don José III, etc., de tal forma que a día de hoy Don José le hace la competencia al Papa Benedicto en lo que a numeración se refiere.
Por último, me han contado que la semana pasada me dejé allí olvidada mi cartera con toda la documentación. Me han contado que recompensaré generosamente a quien me la haga llegar a la mayor brevedad.
Y por si mi mujer está leyendo esto, terminaré con una cita de un clásico: “No le des más vueltas, cariño, todo lo que aquí has leído es producto de tu imaginación” (Anthony Blake).
13 julio 2006
¡Joé, qué caló!
(Por imperativo legal me veo en la obligación de hacer pública esta carta que me remite mi padre vía juzgado de guardia):
Querido hijo:
La próxima vez va a ir a Sevilla tu padre (el auténtico).
Vale que fueran los únicos días libres que tenías para dejarnos el apartamento. Vale que en un descuido hubieras olvidado pagar la factura de la luz, ésta la tuvieras cortada y no funcionara el aire acondicionado. Vale que te hubieras tenido que llevar a la playa todas las cervezas de la despensa porque tenías que celebrar tu cumpleaños con tus amigos y, naturalmente, te tocaba pagar a ti. Vale. Todo vale. Pero, so mamón, ¡por lo menos, avisa!
Cuando nos presentamos tu madre y yo en Sevilla el pasado lunes y vimos los termómetros marcando 44, pensamos que hacían referencia a los grados de la bebida alcohólica que se anunciaba en el panel superior. Cuando vimos todas las fuentes públicas llenas de gente chapoteando pensamos que todavía continuaban las celebraciones por lo de la copa de la Uefa aquella. Cuando vimos a la gente resguardándose con paraguas y sombrillas por la calle, pensamos que era una nueva campaña del Ministerio de Medio Ambiente con motivo de la sequía. Pero cuando salimos del taxi y una mano invisible nos taponó la garganta y la nariz… ¡eso se avisa, so mamón!
Tu madre cayó fulminada a la acera presa de una fulminante lipotimia y yo caí encima de ella tras resbalarme con mi propio sudor. El taxista, que fácilmente podría ser tu auténtico padre por lo mamón, no quiso bajarse del coche a ayudarnos y se fue con su aire acondicionado y nuestras maletas.
Por lo demás, han sido tres días muy agradables. El primer día conocimos la comisaría de policía del barrio (donde te hemos puesto una denuncia por maltrato) y el despacho del mejor notario de toda Sevilla (donde te hemos desheredado). También hemos conocido la sala Vip de la estación del AVE (donde nos hemos instalado los dos últimos días después de cambiar la cerradura de tu apartamento para que no puedas entrar cuando vuelvas y te tengas que venir aquí a comprobar lo cómodos que son los taburetes para dormir).
Y por si se te ocurre la feliz idea de venir a pedirnos explicaciones, que sepas que ya no vivimos en Bilbao. Nos hemos mudado a… a ti te lo voy a decir, ¡so mamón!
P.D.: Tu madre se acuerda mucho de ti y de tu padre (el auténtico).
Querido hijo:
La próxima vez va a ir a Sevilla tu padre (el auténtico).
Vale que fueran los únicos días libres que tenías para dejarnos el apartamento. Vale que en un descuido hubieras olvidado pagar la factura de la luz, ésta la tuvieras cortada y no funcionara el aire acondicionado. Vale que te hubieras tenido que llevar a la playa todas las cervezas de la despensa porque tenías que celebrar tu cumpleaños con tus amigos y, naturalmente, te tocaba pagar a ti. Vale. Todo vale. Pero, so mamón, ¡por lo menos, avisa!
Cuando nos presentamos tu madre y yo en Sevilla el pasado lunes y vimos los termómetros marcando 44, pensamos que hacían referencia a los grados de la bebida alcohólica que se anunciaba en el panel superior. Cuando vimos todas las fuentes públicas llenas de gente chapoteando pensamos que todavía continuaban las celebraciones por lo de la copa de la Uefa aquella. Cuando vimos a la gente resguardándose con paraguas y sombrillas por la calle, pensamos que era una nueva campaña del Ministerio de Medio Ambiente con motivo de la sequía. Pero cuando salimos del taxi y una mano invisible nos taponó la garganta y la nariz… ¡eso se avisa, so mamón!
Tu madre cayó fulminada a la acera presa de una fulminante lipotimia y yo caí encima de ella tras resbalarme con mi propio sudor. El taxista, que fácilmente podría ser tu auténtico padre por lo mamón, no quiso bajarse del coche a ayudarnos y se fue con su aire acondicionado y nuestras maletas.
Por lo demás, han sido tres días muy agradables. El primer día conocimos la comisaría de policía del barrio (donde te hemos puesto una denuncia por maltrato) y el despacho del mejor notario de toda Sevilla (donde te hemos desheredado). También hemos conocido la sala Vip de la estación del AVE (donde nos hemos instalado los dos últimos días después de cambiar la cerradura de tu apartamento para que no puedas entrar cuando vuelvas y te tengas que venir aquí a comprobar lo cómodos que son los taburetes para dormir).
Y por si se te ocurre la feliz idea de venir a pedirnos explicaciones, que sepas que ya no vivimos en Bilbao. Nos hemos mudado a… a ti te lo voy a decir, ¡so mamón!
P.D.: Tu madre se acuerda mucho de ti y de tu padre (el auténtico).
11 julio 2006
Aterriza como seplas
Tras el comienzo del Tour de Francia y las fiestas de San Fermín, llega a nuestro calendario estival, con inusitada puntualidad, la huelga de pilotos de Iberia. El SEPLA, que no es el Sindicato Elitista de Pilotos Liados con Azafatas, ya ha dado comienzo a su huelga anual para regocijo y solaz disfrute de cientos de miles de ilusos que pretendían disfrutar de sus vacaciones durante este mes.
Iberia convocó ayer una reunión con el sindicato la cual, como todo lo que lleva la marca de la casa, comenzó con retraso. Y apenas duró cinco minutos… Se nota que eran todos casados. La empresa enseñó un documento de tres folios a los pilotos con sus condiciones y esto es lo que sucedió:
“Aquí tenéis por escrito las condiciones de trabajo que nos comprometemos a no tocar”
“¡Tres folios, qué bien! ¡Y papel del bueno! Vamos a hacer unos avioncitos…”
“Si empezamos con cachondeos, damos por terminada la reunión, ¿eh?”
“Pues venga, despejando la pista que nos vamos volando…”
“Si es que sois unos cabrones, pero tenéis gracia, coño”
Lo que no sé muy bien es qué ocurre en estas ocasiones con las azafatas… Si los pilotos no hacen despegar los aviones, ¿las azafatas tienen que permanecer en sus puestos con la jarra del zumo en la mano o se quedan en sus casas hasta nueva orden? ¿Siguen cobrando normalmente o a ellas también se les descuenta de la nómina los días de paro? ¿Están obligadas a colaborar con los pilotos en sus protestas?:
“Bienvenidos a bordo, señoras y señores pasajeros. Esta manifestación cuenta con cuatro pancartas. Una en la parte delantera, con el lema principal. Otra, en la parte trasera, con mensajes de refuerzo. Y otras dos de emergencia, en los laterales, por si se estropean las dos anteriores. En caso de carga policial, les recomendamos que mantengan la calma y hagan uso de los chalecos antibalas que encontrarán en el kit del manifestante que se les ha entregado al comienzo de este acto. El Sindicato de Pilotos les desea una feliz protesta esperando verles de nuevo en futuras reivindicaciones. Muchas gracias”.
Y al final, como siempre, los sufridos ciudadanos pagando los platos rotos. De hecho, a la ampliación del aeropuerto de Madrid ya se la conoce como “T4 de Barajas, ciudad de vacaciones”. Las agencias de viajes lo venden como un lugar moderno, de diseño, recién estrenado, de primeras calidades y donde puedes disfrutar de la diversidad cultural que te ofrece la cancelación de vuelos a numerosos destinos internacionales.
En el fondo va a ser un chollo cogerse las vacaciones en julio: con un poco de suerte, y si las negociaciones de Iberia y el Sepla no prosperan, te pasas tan ricamente dos meses de descanso en el aeropuerto y con todos los gastos pagados.
Iberia convocó ayer una reunión con el sindicato la cual, como todo lo que lleva la marca de la casa, comenzó con retraso. Y apenas duró cinco minutos… Se nota que eran todos casados. La empresa enseñó un documento de tres folios a los pilotos con sus condiciones y esto es lo que sucedió:
“Aquí tenéis por escrito las condiciones de trabajo que nos comprometemos a no tocar”
“¡Tres folios, qué bien! ¡Y papel del bueno! Vamos a hacer unos avioncitos…”
“Si empezamos con cachondeos, damos por terminada la reunión, ¿eh?”
“Pues venga, despejando la pista que nos vamos volando…”
“Si es que sois unos cabrones, pero tenéis gracia, coño”
Lo que no sé muy bien es qué ocurre en estas ocasiones con las azafatas… Si los pilotos no hacen despegar los aviones, ¿las azafatas tienen que permanecer en sus puestos con la jarra del zumo en la mano o se quedan en sus casas hasta nueva orden? ¿Siguen cobrando normalmente o a ellas también se les descuenta de la nómina los días de paro? ¿Están obligadas a colaborar con los pilotos en sus protestas?:
“Bienvenidos a bordo, señoras y señores pasajeros. Esta manifestación cuenta con cuatro pancartas. Una en la parte delantera, con el lema principal. Otra, en la parte trasera, con mensajes de refuerzo. Y otras dos de emergencia, en los laterales, por si se estropean las dos anteriores. En caso de carga policial, les recomendamos que mantengan la calma y hagan uso de los chalecos antibalas que encontrarán en el kit del manifestante que se les ha entregado al comienzo de este acto. El Sindicato de Pilotos les desea una feliz protesta esperando verles de nuevo en futuras reivindicaciones. Muchas gracias”.
Y al final, como siempre, los sufridos ciudadanos pagando los platos rotos. De hecho, a la ampliación del aeropuerto de Madrid ya se la conoce como “T4 de Barajas, ciudad de vacaciones”. Las agencias de viajes lo venden como un lugar moderno, de diseño, recién estrenado, de primeras calidades y donde puedes disfrutar de la diversidad cultural que te ofrece la cancelación de vuelos a numerosos destinos internacionales.
En el fondo va a ser un chollo cogerse las vacaciones en julio: con un poco de suerte, y si las negociaciones de Iberia y el Sepla no prosperan, te pasas tan ricamente dos meses de descanso en el aeropuerto y con todos los gastos pagados.
06 julio 2006
Sanfermines. O no
¿Quién es el patrón de Pamplona? San Fermín, claro. Pues no, error: el patrón de Pamplona es San Saturnino. ¿Cuándo empiezan las fiestas de San Fermín? El 7 de julio, claro, lo dice la canción (“uno de enero, dos de febrero…”). Pues no, error: las fiestas empiezan el día 6 a las doce del mediodía con el Chupinazo.
Estos navarricos es lo que tienen, que son unos cachondos.
Pero no terminan ahí las contradicciones de este evento universal, ni mucho menos. Según el manido estereotipo nacional, los navarros tienen fama de brutos. Y, sin embargo, ahí los tienes (“¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”), bilingües perdidos.
Las fiestas de San Fermín son las únicas del mundo en las que la gente no llega sino que sale de casa a las ocho de la mañana. Es la hora del encierro. Y llaman “encierro” a soltar por la calle a una manada de toros y vacas…
Lo que yo te diga: unos cachondos.
Al igual que la Feria de Abril de Sevilla la inventaron un vasco (Ybarra, como la mahonesa) y un catalán (Bocanegra, como el pirata), los encierros de San Fermín los inventó Curro Romero. Fue una de esas innumerables tardes aciagas que tenía el maestro, en las que sólo se arrimaba al morlaco si éste venía impreso en una fotografía en el programa de festejos. Apremiado por los gritos de la multitud de los tendidos de sol, que le amenazaban con meterle un bombo por salva sea la parte, se decidió a salir del burladero. El astifino, guiado por el claquear de las rodillas del maestro, se fue hacia él con la velocidad del que va a cobrar la extra de verano. A Curro le faltó tiempo para salir escopetado a las calles de Pamplona por la puerta de chiqueros. El público, lógicamente cabreado, no dudó en saltar de sus asientos y perseguir al de Camas para darle hasta en el carné de identidad. Y así se produjo la bella estampa de la carrera de un torero, diez mil aficionados y un Guardiola, una imagen que más adelante utilizaría como recurso habitual Benny Hill en sus gags.
Al año siguiente, Curro Romero ya no figuraba en los carteles. Lo más cerca que se le vio de Pamplona en esas fechas fue Algeciras. Sin embargo, los pamplonicas quisieron reproducir la anécdota y soltaron por las calles a todo lo que vistiera de negro y tuviera dos cuernos, alcalde incluido. La tradición, como es público y notorio, se mantiene hasta nuestros días. Lo que te digo: unos cachondos.
Por todo eso, yo nunca me pierdo las fiestas de Pamplona y corro todos los encierros. ¿Que no se lo creen? Fíjense en su televisor cualquiera de estos días a las ocho de la mañana. Me reconocerán porque voy vestido con zapatillas deportivas, pantalón y camiseta blancos, pañuelo rojo al cuello y un periódico en la mano.
“Pero si así van cientos de personas, so capullo…”
Cierto, pero yo soy el único que va haciendo el sudoku…
Estos navarricos es lo que tienen, que son unos cachondos.
Pero no terminan ahí las contradicciones de este evento universal, ni mucho menos. Según el manido estereotipo nacional, los navarros tienen fama de brutos. Y, sin embargo, ahí los tienes (“¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”), bilingües perdidos.
Las fiestas de San Fermín son las únicas del mundo en las que la gente no llega sino que sale de casa a las ocho de la mañana. Es la hora del encierro. Y llaman “encierro” a soltar por la calle a una manada de toros y vacas…
Lo que yo te diga: unos cachondos.
Al igual que la Feria de Abril de Sevilla la inventaron un vasco (Ybarra, como la mahonesa) y un catalán (Bocanegra, como el pirata), los encierros de San Fermín los inventó Curro Romero. Fue una de esas innumerables tardes aciagas que tenía el maestro, en las que sólo se arrimaba al morlaco si éste venía impreso en una fotografía en el programa de festejos. Apremiado por los gritos de la multitud de los tendidos de sol, que le amenazaban con meterle un bombo por salva sea la parte, se decidió a salir del burladero. El astifino, guiado por el claquear de las rodillas del maestro, se fue hacia él con la velocidad del que va a cobrar la extra de verano. A Curro le faltó tiempo para salir escopetado a las calles de Pamplona por la puerta de chiqueros. El público, lógicamente cabreado, no dudó en saltar de sus asientos y perseguir al de Camas para darle hasta en el carné de identidad. Y así se produjo la bella estampa de la carrera de un torero, diez mil aficionados y un Guardiola, una imagen que más adelante utilizaría como recurso habitual Benny Hill en sus gags.
Al año siguiente, Curro Romero ya no figuraba en los carteles. Lo más cerca que se le vio de Pamplona en esas fechas fue Algeciras. Sin embargo, los pamplonicas quisieron reproducir la anécdota y soltaron por las calles a todo lo que vistiera de negro y tuviera dos cuernos, alcalde incluido. La tradición, como es público y notorio, se mantiene hasta nuestros días. Lo que te digo: unos cachondos.
Por todo eso, yo nunca me pierdo las fiestas de Pamplona y corro todos los encierros. ¿Que no se lo creen? Fíjense en su televisor cualquiera de estos días a las ocho de la mañana. Me reconocerán porque voy vestido con zapatillas deportivas, pantalón y camiseta blancos, pañuelo rojo al cuello y un periódico en la mano.
“Pero si así van cientos de personas, so capullo…”
Cierto, pero yo soy el único que va haciendo el sudoku…
03 julio 2006
Campeonato del Mundo de Familias
Valencia acoge estos días el V Campeonato del Mundo de Familias. Y se celebra estos días porque, si lo llegan a dejar para Nochebuena, aquello se convierte en una pelea masiva entre cuñados.
En la ceremonia de inauguración, tras la bandera olímpica vaticana, mitad blanca mitad amarilla, como una ensaladilla veraniega, desfilarán todas las familias del mundo. Bueno, todas no. Ruiz Mateos ya ha llamado para excusar su asistencia porque no tenían presupuesto para desplazar a tanta gente.
Estaba cantado (nunca mejor dicho) que el himno del evento sería la canción “Amo a Laura”. Mi cuñado es uno de los más fervientes defensores de esta bella pieza pues está enamorado de una Laura, a la sazón telefonista de la empresa donde trabaja. El problema de mi cuñado es que ya está casado. Él quiere ir a Valencia a pedir asesoramiento y consejo, pero lo más que va a conseguir allí es que le majen a palos. Yo le he dicho que eso se discute en el bar con los colegas de toda la vida.
La protagonista de la canción, la auténtica Laura, ha declarado que no piensa aparecer por Valencia, que esta harta de que le digan que hasta el matrimonio nada de nada cuando a ella nadie le ha preguntado siquiera si tiene intención de casarse. Así que se ha quedado en Madrid con todo su Orgullo dispuesta a liarse con lo primero que le roce la cadera (ver foto).
El que sí estará en Valencia será el Papa Benedicto XVI para dar la conferencia inaugural: “La familia y uno más: de cómo Chencho fue rescatado sano y salvo en el mercadillo navideño de la Plaza Mayor gracias a la intercesión divina”. Aunque Chencho, a estas alturas, seguro que se queda en Madrid a ver si tiene la oportunidad de saludar a Laura y compartir con ella una horchata…
En la ceremonia de inauguración, tras la bandera olímpica vaticana, mitad blanca mitad amarilla, como una ensaladilla veraniega, desfilarán todas las familias del mundo. Bueno, todas no. Ruiz Mateos ya ha llamado para excusar su asistencia porque no tenían presupuesto para desplazar a tanta gente.
Estaba cantado (nunca mejor dicho) que el himno del evento sería la canción “Amo a Laura”. Mi cuñado es uno de los más fervientes defensores de esta bella pieza pues está enamorado de una Laura, a la sazón telefonista de la empresa donde trabaja. El problema de mi cuñado es que ya está casado. Él quiere ir a Valencia a pedir asesoramiento y consejo, pero lo más que va a conseguir allí es que le majen a palos. Yo le he dicho que eso se discute en el bar con los colegas de toda la vida.
La protagonista de la canción, la auténtica Laura, ha declarado que no piensa aparecer por Valencia, que esta harta de que le digan que hasta el matrimonio nada de nada cuando a ella nadie le ha preguntado siquiera si tiene intención de casarse. Así que se ha quedado en Madrid con todo su Orgullo dispuesta a liarse con lo primero que le roce la cadera (ver foto).
El que sí estará en Valencia será el Papa Benedicto XVI para dar la conferencia inaugural: “La familia y uno más: de cómo Chencho fue rescatado sano y salvo en el mercadillo navideño de la Plaza Mayor gracias a la intercesión divina”. Aunque Chencho, a estas alturas, seguro que se queda en Madrid a ver si tiene la oportunidad de saludar a Laura y compartir con ella una horchata…
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