27 julio 2006

Mi hijo, médico

Según la última encuesta del CIS, la profesión que más recomendarían los padres a sus hijos es la de médico. Por el contrario, la profesión menos valorada según los resultados de la encuesta sería la de militar. No sé qué opinarán al respecto los médicos militares…

De todos es bien sabido que no hay español en el mundo que sea sincero a la hora de responder a una encuesta. Fíjense, si no, en la cantidad de gente que afirma ser adicto a los documentales de animales de La 2. Son los mismos que no dejan de hablar de Cachuli, Paquirrín y Pipi que, oye, lo mismo también son nombres de animales y yo no estoy al tanto… La sinceridad brilla por su ausencia en nuestras respuestas y, en último caso, preferimos acogernos al manido no sabe / no contesta antes que reconocer que no llegamos a fin de mes, que no leemos más de un libro al año o que nos cae bien nuestro cuñado.

La preferencia paterna por la profesión de médico para su hijo sólo se entiende desde el egoísmo más extremo: es la única manera de conseguir recetas sin dar explicaciones. Claro que, por esa regla de tres, nos resultaría más útil y placentero preferir para nuestro hijo la profesión de gerente de puticlub, representante de Heineken en España o fotógrafo de Playboy…

Pero no: nosotros decimos médico, que queda muy bien delante del encuestador. Sin embargo, cuando nuestro hijo cumple los cinco años no le regalamos un fonendoscopio, sino una raqueta de tenis o un balón de fútbol. En el fondo lo que queremos es que nuestro hijo se convierta en el Rafa Nadal, en el Fernando Alonso o en el Fernando Torres del futuro. Y cuando se haya retirado del deporte en activo, que sea médico, militar o lo que le salga de las mismísimas narices, pero con la cuenta corriente con overbooking de cifras.

Mis padres siempre desearon que yo fuera economista. Pero en vez de regalarme a su tiempo una calculadora, los reyes magos dejaron junto a mis zapatos un disfraz de Robin Hood. Todavía lo conservo y me lo pongo cada vez que tengo que hacer la declaración de la renta, por aquello de quitar a los ricos y dárselo a los pobres. Pero no hay manera: siempre me sale a pagar. Si los reyes magos no hubieran metido la pata con la elección del regalo…

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