Me han contado (y que quede bien claro desde el principio: me lo han contado) que existe un afamado puticlub en las afueras de Granada cuya historia merece quedar reflejada en una revista de prestigio como ésta.
Resulta que el dueño del negocio, un hombre de rectas convicciones empresariales, lejos de bordear la ley como ocurre habitualmente en este tipo de locales, quiso desde un primer momento cumplir con todos los requisitos reglamentarios de apertura de local. Para ello se fue al ayuntamiento a presentar su solicitud debidamente cumplimentada y el funcionario de turno, al leer la casilla “Actividad de la empresa”, se llevó tres semanas santigüándose y lavándose las manos con agua bendita por haber tocado con sus dedos aquel blasfemo impreso. Corrían los años sesenta, con eso te lo digo todo.
Nadie quería hacerse cargo de aquel marrón y el pobre empresario tuvo que deambular durante meses de ventanilla en ventanilla sin obtener resultados positivos para su negocio. Hasta que un buen día, harto de tanta burocracia, se personó en el despacho del Secretario del ayuntamiento y le expuso su caso. El Secretario, Don José, un hombre razonable y conocido por ello en toda la ciudad, le puso el sello necesario sobre la marcha y el empresario pudo abrir el local ese mismo día.
“En agradecimiento”, le dijo el empresario, “quiero invitarle a que se dé una vuelta por allí. Yo corro, por supuesto, con todos los gastos”
“Se lo agradezco”, contestó Don José, “pero soy un hombre casado, católico y practicante, y no estaría nada bien que me vieran por allí. ¿Qué diría la gente? ¿Y qué diría mi mujer?…”
“Está bien, lo entiendo, pero yo tengo que hacer algo por usted”.
Y al empresario no se le ocurrió mejor cosa que llamar a su club de alterne “Don José”. Se pueden imaginar lo que dijo la gente... Y se pueden imaginar lo que dijo su mujer…
También me han contado que las dos trabajadoras con más fama del local son Mamen (especialista en la técnica del francés) y Valentine (especialista en ponerte güisqui de garrafón). Y que el local tuvo tanto éxito que pronto hubo un Don José II, un Don José III, etc., de tal forma que a día de hoy Don José le hace la competencia al Papa Benedicto en lo que a numeración se refiere.
Por último, me han contado que la semana pasada me dejé allí olvidada mi cartera con toda la documentación. Me han contado que recompensaré generosamente a quien me la haga llegar a la mayor brevedad.
Y por si mi mujer está leyendo esto, terminaré con una cita de un clásico: “No le des más vueltas, cariño, todo lo que aquí has leído es producto de tu imaginación” (Anthony Blake).
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