Hace 35 años que se produjo la primera llamada desde un teléfono móvil. La realizó en Nueva York su inventor, Martin Cooper, ingeniero de Motorola, y el destinatario de la misma fue Joel Engel, ingeniero de AT&T y principal competidor de éste. Queda así demostrado que el teléfono móvil se inventó para molestar…
Cooper lo llamó “teléfono móvil” porque le pareció más comercial que “caja de galletas con teclas”, que es realmente lo que parecía aquel primer aparato. Efectivamente, era móvil, pero en las contraindicaciones nada se decía sobre el dolor de espalda que suponía mover ese armatroste…
En su momento, Cooper reconoció que para desarrollar la telefonía móvil se inspiró en el “Comunicador” de la serie Star Trek. Años más tarde, los vascos tomaron como referencia la misma serie para elegir a su lehendakari… Y también lo inventaron para molestar a sus competidores…
El inventor de la caja de galletas con teclas no se quedó ahí y, en una reciente entrevista, apostó por que, en un día no muy lejano, “las funciones de comunicación estén integradas en el cuerpo de las personas”. Por lo que se ve, el ingeniero desconoce por completo las funciones de las cuerdas vocales, la lengua y, si me apuras un poco y te pones romántico, hasta los ojos…
Yo no entiendo muy bien a qué viene tanto bombo y tanta celebración a cuenta del aparatito este de marras, porque la telefonía a distancia y sin cable lleva inventada desde que a los indios les dio por combinar la hoguera con una toalla. Me dirán ustedes que no hay punto de comparación, que es muy difícil comunicarse por señales de humo si se vive en una gran ciudad como Nueva York. Y es cierto: la contaminación hace que se produzcan interferencias en el mensaje y donde dije “digo” pudiera parecer que estoy diciendo “diego”. Y si no quieres hablar con nadie que se llame Diego, pues es un incordio, claro…
Pero ¿qué me dicen del abanico? Sencillo, ligero, sin teclas… Ríete tú del iPhone… Y todo el lenguaje que tiene asociado… Si me cubro media cara con él significa que no quiero saber nada de ti; si me lo llevo a una oreja, es que estoy intentando tener una cita contigo; si lo agito violentamente en tu cara, es que me molesta tremendamente que fumes…
Y más ventajas: no sólo nadie te interrumpe con una llamada cuando estás en el cuarto de baño sino que, además, allí dentro, en caso de contaminación del aire (ustedes ya me entienden), el abanico te puede salvar de morir por asfixia. ¿Ofrece un Nokia las mismas prestaciones?... Pues eso. Cambio y corto.
Cooper lo llamó “teléfono móvil” porque le pareció más comercial que “caja de galletas con teclas”, que es realmente lo que parecía aquel primer aparato. Efectivamente, era móvil, pero en las contraindicaciones nada se decía sobre el dolor de espalda que suponía mover ese armatroste…
En su momento, Cooper reconoció que para desarrollar la telefonía móvil se inspiró en el “Comunicador” de la serie Star Trek. Años más tarde, los vascos tomaron como referencia la misma serie para elegir a su lehendakari… Y también lo inventaron para molestar a sus competidores…
El inventor de la caja de galletas con teclas no se quedó ahí y, en una reciente entrevista, apostó por que, en un día no muy lejano, “las funciones de comunicación estén integradas en el cuerpo de las personas”. Por lo que se ve, el ingeniero desconoce por completo las funciones de las cuerdas vocales, la lengua y, si me apuras un poco y te pones romántico, hasta los ojos…
Yo no entiendo muy bien a qué viene tanto bombo y tanta celebración a cuenta del aparatito este de marras, porque la telefonía a distancia y sin cable lleva inventada desde que a los indios les dio por combinar la hoguera con una toalla. Me dirán ustedes que no hay punto de comparación, que es muy difícil comunicarse por señales de humo si se vive en una gran ciudad como Nueva York. Y es cierto: la contaminación hace que se produzcan interferencias en el mensaje y donde dije “digo” pudiera parecer que estoy diciendo “diego”. Y si no quieres hablar con nadie que se llame Diego, pues es un incordio, claro…
Pero ¿qué me dicen del abanico? Sencillo, ligero, sin teclas… Ríete tú del iPhone… Y todo el lenguaje que tiene asociado… Si me cubro media cara con él significa que no quiero saber nada de ti; si me lo llevo a una oreja, es que estoy intentando tener una cita contigo; si lo agito violentamente en tu cara, es que me molesta tremendamente que fumes…
Y más ventajas: no sólo nadie te interrumpe con una llamada cuando estás en el cuarto de baño sino que, además, allí dentro, en caso de contaminación del aire (ustedes ya me entienden), el abanico te puede salvar de morir por asfixia. ¿Ofrece un Nokia las mismas prestaciones?... Pues eso. Cambio y corto.
7 comentarios:
ja ja, muy bueno! aunque prefiero un celular a mil abanicos! o... tal vez se podría inventar un abanico con teléfono...
Un abrazo querido amigo!
Recuerdo mi primer móvil, no había quien se colgara el bolso....
Le veo muy romántico....la miraditas...el abanico...
Feliz finde....
Debes tener un error con las fechas porque en el Granma, el más serio de los periódicos cubanos, explica con lúcida claridad que el móvil se inventó la semana pasada.
Que gran invento inventar una necesidad!!
;-)
Genial tu post pro abanico.
Hombre el movil no es mal invento si se usa con sensated... y eso que yo no soy muy pro-movil, porque tiene reloj que sino ni lo llevaba.
Los Locomia eran unos comunicantes compulsivos.
Saludos
¿Abanico con teléfono? No me gusta airear mis conversaciones, marta ;-)
¿Miraditas? ¿Abanico? Locomía total, merce :-)
Serio, si lo dice el Granma no hay nada más que añadir -)
Luna, complicarnos la vida es parte fundamental del ser humano ;-)
Gracias, Lola. ¡Abanicos forever! :-)
Yo, uno, a los Locomía los dejaba de forma permanente fuera de cobertura... ;-)
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