Según mi cuñado, existen dos tipos de bikinis: el normal y el topless. Así que, cuando me anunció que estaba inmerso en plena “operación bikini”, no supe qué pensar: si es que estaba a dieta para que, a la hora de tumbarse en la playa, su barriga no pareciera un reportaje de National Geographic sobre ballenas varadas, o es que le daba igual el tamaño de la misma porque su intención era estar escondido todo el día espiando con unos prismáticos de plástico a las turistas en topless.
Cuando la cuarta cerveza fue sustituida por una quinta y el puñado de almendras por una ristra de chorizo que procedió a comerse a mordiscos, me convencí de que la segunda opción era la que más se ajustaba a la realidad o, para ser rigurosos con el lenguaje, la menos surrealista.
“¿Y en qué consiste tu operación bikini?”, pregunté intentando averiguar si el porcino de él era capaz de confesar su voyeurismo…
“Nada, que me sobran unos kilitos…”
“Curiosamente”, le interrumpí, “a mí me faltan unos kilitos de chorizo en ristras… No sabrás tú nada, ¿no?...”
“Un respeto, cuñado, que esto es serio. Yo hablando de adelgazar y tú hablándome de chorizos”
“¿Y eso que tienes en la mano izquierda?”, dije mirando hacia la ristra de chorizo asquerosamente mordisqueada…
Entonces miró, cómo no, hacia su mano derecha. Y ustedes pensarán “es disléxico, el pobre”, o bien “bueno, eso también me pasa a mí muchas veces”… No se engañen. No es disléxico, es rematadamente tonto. Y no es que le pase muchas veces: le pasa siempre. Incluso es capaz de discutir contigo por eso, sobre todo si eres tú el que va conduciendo:
“¡Te has vuelto a equivocar! ¡Te dije que torcieras por la calle de la izquierda!”…
“Y es lo que he hecho, he torcido por la calle de la izquierda…”
“¡Pero esa no! ¡Yo me refería a la otra izquierda! ¡A la… comosellame!... ¡La derecha, joé!”
Y en ese plan…
El caso es que, cuando por fin logró mirar en la dirección correcta hacia la mano que sujetaba el chorizo, y yo esperaba que entonara el mea culpa (no el “mea” de “mi”, que yo no era el culpable, sino el “mea” de él, el “sua” culpa), soltó un aparentemente sincero:
“Ah, esto… Es por los nervios… Que me dan hambre…”
“Pues, a este paso, si realmente quieres adelgazar, creo que vas a tener que pasarte a la Operación Trikini”…
“¿Trikini?”, se fue preguntándose a sí mismo en dirección a mi frigorífico.
Desde aquel momento, según mi cuñado existen tres tipos de bikinis: el normal, el topless y el que viene con una pieza de repuesto…
Cuando la cuarta cerveza fue sustituida por una quinta y el puñado de almendras por una ristra de chorizo que procedió a comerse a mordiscos, me convencí de que la segunda opción era la que más se ajustaba a la realidad o, para ser rigurosos con el lenguaje, la menos surrealista.
“¿Y en qué consiste tu operación bikini?”, pregunté intentando averiguar si el porcino de él era capaz de confesar su voyeurismo…
“Nada, que me sobran unos kilitos…”
“Curiosamente”, le interrumpí, “a mí me faltan unos kilitos de chorizo en ristras… No sabrás tú nada, ¿no?...”
“Un respeto, cuñado, que esto es serio. Yo hablando de adelgazar y tú hablándome de chorizos”
“¿Y eso que tienes en la mano izquierda?”, dije mirando hacia la ristra de chorizo asquerosamente mordisqueada…
Entonces miró, cómo no, hacia su mano derecha. Y ustedes pensarán “es disléxico, el pobre”, o bien “bueno, eso también me pasa a mí muchas veces”… No se engañen. No es disléxico, es rematadamente tonto. Y no es que le pase muchas veces: le pasa siempre. Incluso es capaz de discutir contigo por eso, sobre todo si eres tú el que va conduciendo:
“¡Te has vuelto a equivocar! ¡Te dije que torcieras por la calle de la izquierda!”…
“Y es lo que he hecho, he torcido por la calle de la izquierda…”
“¡Pero esa no! ¡Yo me refería a la otra izquierda! ¡A la… comosellame!... ¡La derecha, joé!”
Y en ese plan…
El caso es que, cuando por fin logró mirar en la dirección correcta hacia la mano que sujetaba el chorizo, y yo esperaba que entonara el mea culpa (no el “mea” de “mi”, que yo no era el culpable, sino el “mea” de él, el “sua” culpa), soltó un aparentemente sincero:
“Ah, esto… Es por los nervios… Que me dan hambre…”
“Pues, a este paso, si realmente quieres adelgazar, creo que vas a tener que pasarte a la Operación Trikini”…
“¿Trikini?”, se fue preguntándose a sí mismo en dirección a mi frigorífico.
Desde aquel momento, según mi cuñado existen tres tipos de bikinis: el normal, el topless y el que viene con una pieza de repuesto…
14 comentarios:
Desde luego, si tu cuñado tiene algo de cultura general es gracias a ti. Está bien que veranee contigo, es por su bien...
Eduardo, amigo, tu cuñado acaba de salir de La Conjura de los Necios. Demos gracias a John Kennedy Toole por habernos plantado en la tierra un pequeño grupo de discípulos.
Cómo me he reído. Y, lo mejor, cómo... ¡me he reído!
Paz y feliz fin de semana.
Daniel.
Te van a hacer un monumento, Edu... ya te ganaste el cielo.
Ahora en serio, cómo me reí con lo de "para que su barriga no pareciera un reportaje de NG sobre ballenas varadas"!!!!
Landa, tú que eres mucho más culto que yo, ¿no prefieres que veranee contigo?... ;-)
Daniel, ¿puede eso considerarse "gripe Toole"? ¿Será gravemente contagioso?... ;-)
Ana, cambio mi monumento por un pedestal para mi cuñado; un pedestal de cemento, bien pegado a sus pies, y que luego alguien lo arroje a un río profundo... ;-)
qué asco de operación bikini, me lo propongo todos lo días pero no puedo decir no a la cervecita, la ensaladilla rusa, las croquetas.. arrfff..
asi que, nos iremos este verano a playas vírgenes de difícil acceso y poca afluencia. A ponernos ciegos como el cuñao a tapas.
Maya, esas son las mejores playas. Prometo dar esquinazo a mi cuñado para que no aparezca ;-)
Tu cuñado no será de esos que bajan adrede su coeficiente de inteligencia para ser más "megasuperchachiguays", porque es que yo no sé si ha entendido bien en que consiste.
En fin. Pobrecillo.
Saludos
Buen finde.
No!!! Yo tengo lo mío (aunque no es cuñado). Aquí, que cada palo aguante su vela...
Tu cuñado, tuyo...pa' ti!!!
:)
Llama al presidente de China y dile que tu cuñado es el culpable de todo. Ya verás como te lo quitas de en medio
Food, mi cuñado no baja ni la basura, la tira directamente al contenedor desde la terraza... ;-)
Landa, ya sabía yo que no iba a colar... ;-)
Child, había pensado llamar al de Irán, pero soy incapaz de pronunciar su nombre... :-)
Decididamente esto de tu "cuñaó", no tiene remedo, y yo te doy mi más sentido pésame, porque, visto lo visto... tienes cuñado para rato, vamos, que no te lo quitas ni con agua hirviendo, ni llamando a inmigración, ni denunciándole por tráfico de chorizos robados, ni por acoso, ni allanamiento de morada...
Y tu mujer... qué dice al respecto? Porque, por muy hermanito suyo que sea, tiene que estar hasta las mismísimas cartolas de él, o, tal vez encantada del nervio de comprobar cada día "in situ" que se casó con el santo más Job de todos los cielos... digo!
Palabra de verificación: "gerpo". Me suena a insulto así, como muy gerpo.... mira, se lo podías llamar al gerpo de tu cuñado! ;)
Edurne, en próximos capítulos podrás comprobar que el amor entre hermanos no es como lo pintan. Ella también odia a los gerpos ;-)
Bueno, al menos no suelta olorosos eructos mientras como ni se rasca los testiculos con la mano llena de chorizo pasando a ser uno de esos hombres que dejan huella.
Lastima que no vayas a veranear a australia, podrías a su alma gemela: el demonio de Tasmania.
Muy bueno este episodio :-)
Uno, el demonio de Tasmania es un ángel de la guarda comparado con él... :-)
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